Aborrecer el universo

Santiago Alonso 


«Parecía que estuviera mirándome desde los cristales de la puerta con esa amplia e inmensa mirada que había abrazado, condenado y aborrecido todo el universo. Me pareció oír de nuevo aquel grito: «¡Ah, el horror! ¡El horror!»». Con descripciones como esta, uno de los recuerdos finales que Marlow tiene del capitán Kurtz, Joseph Conrad  iba entrelazando en El corazón de las tinieblas su narración sobre la barbarie humana con el estado de ánimo del testigo que ha conocido el infierno y vuelve de él transformado para siempre. Qué formidable intuición tuvo Francis Ford Coppola cuando hizo una relectura libre de esta obra maestra, que ahondaba en lo abominable del colonialismo y su fuerza bruta, llevándola al contexto de la guerra de Vietnam, a la vez que acentuaba con una memorable práctica cinematográfica los ingredientes de locura alucinatoria. Y no es extraño que nos venga a la cabeza Apocalypse Now al sumergirnos en las dos horas y pico de la película soviética Masacre: ven y mira  (1985), otro monumento del cine mundial que afortunadamente se ha rescatado para reestrenarse en salas y en la plataforma Filmin. En realidad ya da pistas su título, extraído ni más ni menos que del Apocalipsis de San Juan: «Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que decía: «Ven y mira». Miré, y he aquí un caballo amarillo, el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le seguía; y le fue dada la potestad sobre la cuarta parte de la tierra con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra» [Apocalipsis 6: 7-8. Reina-Valera 1960]. Afortunado rescate, sí, aunque se avisa al espectador de que corre el riesgo de llevarse esa noche a sus horas de sueño la pesadilla que ha contemplado en pantalla.

Aprovechando la conmemoración del cuarto aniversario de la derrota alemana en la Segunda Guerra Mundial, Elem Klimov se propuso emprender otro viaje a las tinieblas, esta vez entrando de lleno en las atrocidades nazis, y en coincidencia con la narración sobre el abrupto y más que traumático fin de la infancia de su protagonista (Alekséi Krávchenko), un niño de trece años llamado Flyora que, durante la ocupación de Bielorrusia por Alemania, se une a los partisanos. Lo que argumentalmente se ciñe a la crudísima recreación de la Masacre de Jatyn cometida por la infame Brigada Dirlewanger de las SS, se convierte en manos de Klimov en una cinta antibélica hecha a partes iguales de realismo y delirio, durante una sucesión de escenas —a veces con un tono reposado, pero muchas otras plasmando una intensidad desquiciada— en las que el chaval atraviesa frondosos bosques, se sumerge en ciénagas o se encuentra en medio de vastos yermos cubiertos por la niebla; que se ve bajo las bombas que caen del cielo y se topa continuamente con la muerte de cara; que lo rodean centenares de aldeanos desesperados, se mancha de fango y sangre a la luz de las llamas, asiste a matanzas o le ponen un pistola contra la sien para salir en una foto como trofeo de caza.

Masacre: ven y mira es una obra de tal calibre que permite generar larguísimos análisis sobre su contenido y su forma. Quien teclea estas escasas líneas, destinadas a efectuar una viva recomendación del filme a pesar del mal trago que depara, se va a quedar ahora con el elemento que quizás enlaza mejor con las miradas que, como decía Conrad, abrazan, condenan y aborrecen el universo. Klimov hace especial hincapié en rodar primeros planos fijos y frontales de sus personajes, que a menudo miran de frente a sus interlocutores —cruzando así, en realidad, su mirada con la del público— y, en otras ocasiones, observan la inmensidad circundante del horror. Y entre esos juegos de planos hay dos que no solo marcan el principio y el final del penoso viaje existencial emprendido por el protagonista, sino que contribuyen a conformar un mensaje rabiosamente pesimista. En el primer juego, muy al inicio, el jefe partisano conoce a Flyora, y lo que ve es un chavalillo al que han metido en la guerra; por eso decide que se quede en el campamento de la resistencia y no vaya a luchar. En el segundo, hacia la conclusión de Masacre: ven y mira, se produce el reencuentro y la mirada del jefe arroja las más profunda de las desolaciones al hallar en medio de la carnicería, completamente cambiado, a quien dejó tres o cuatro días antes siendo todavía niño.

Puedes ver MASACRE: VEN Y MIRA en salas de cine y en Filmin a partir del 28 de mayo



 

MASACRE: VEN Y MIRA

Dirección: Elem Klimov.

Intérpretes: Aleksey Kravchenko, Olga Mironova, Liubomiras Laucevicius.

Género: bélico, drama. URSS, 1985.

Duración: 142 minutos.

 


 

1 Comentario »

  1. Magnífica película, aunque dura. La mirada de un niño, transformada en la mirada de un viejo, envejecido por el horror.
    Hubo muchos pueblos, en Ucrania, Bielorrusia y Rusia arrasados por las unidades antipartisanas alemanas, que, a diferencia de lo que muestra la película, no fueron siempre unidades de las SS. El ejército alemán esquivó, hasta hace pocos años en que los historiadores empezaron a mirar más a fondo los archivos, su responsabilidad por las matanzas, saqueos, violaciones y destrucción de pueblos, cosechas y equipo agrícola.
    La declaración final del teniente de las SS es de libro de historia, así pensaban y no sólo en las SS.

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