En el limbo

Santiago Alonso 


Parecía que la saga Ju-On (también conocida como La maldición), una franquicia cuyas primeras películas se encuentran entre lo mejor que dio el cine de terror oriental hace dos décadas, estaba ya finiquitada tras nueve largometrajes japoneses y tres estadounidenses. Pero no, la rama occidental de la marca, que se encuentra en manos de Ghost House, la productora fundada por Sam Raimi, vuelve a la carga con el estreno de una nueva entrega, titulada tal cual, La maldición. ¿Es una versión? ¿Una secuela? ¿Un reinicio? Probablemente puede considerarse un poco de todo esto. ¿Y tiene algún sentido exprimir otra vez el modelo? Pues según los gustos, si bien conviene recordar que la operación resulta bastante congruente con el concepto original que concibió Takashi Shimizu para crear la historia original que después se convirtió en saga y es susceptible de repetirse ad nauseam: el término ju-on hace referencia a un castigo sobrenatural, generado en el lugar donde una persona ha muerto de forma violencia, que atrapa a quienes entran en contacto con ese mismo espacio, sin detenerse jamás.

Se imponía, por tanto, que hubiera una aportación diferenciadora que justificara la operación de retomar un modelo ya demasiado exprimido. Así lo ha entendido el director neoyorquino Nicolas Pesce (Piercing), quien plantea su trabajo como si se hubiese dado previamente un atracón con los tenebrosos y pesimistas discursos del personaje interpretado por Matthew McConaughey en True Detective (¿o habría que decir con los textos de Thomas Ligotti, el autor «homenajeado» en dicha serie televisiva?). Vacíos y miserias existenciales, el absurdo de la vida humana, abismos de sufrimiento… Esta batería de sentimientos es la razón que sustenta el relato, aunque, la verdad sea dicha, sin una elaboración argumental que atraiga en particular. De acuerdo, la putrefacción se plasma muy bien durante un metraje donde se terminan difuminando los oscuros límites del limbo que separa el mundo de los vivos y el de los espíritus cabreados, pero se echa en falta la capacidad de sugerencia y de inquietud veraz que conseguía Shimizu con sus sencillos, a la par que terroríficos, ejercicios de estilo. Tampoco tenemos ese imprescindible grado tanto de fantasía como de vesania que encontramos, por ejemplo, en otro pesimista mayor como fue en su día el gran Lucio Fulci, un déficit que termina certificando lo que no se ha podido enmascarar pese a las innegables cualidades de esta La maldición: el no haber dejado atrás, en realidad, la rutina de la que Pesce pretende huir.



LA MALDICIÓN

Dirección: Nicolas Pesce.

Intérpretes: Andrea Riseborough, Demián Bichir, Jackie Weaver, Jhon Cho, Lin Shaye, William Sadler.

Género: terror. Canadá, Estados Unidos, 2019.

Duración: 93 minutos.

 


 

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