De la verdad y el fragmento

Daniel Pérez Pamies


En Las cinco dificultades para decir la verdad (1935), el dramaturgo y pensador alemán Bertolt Brecht escribía que «únicamente en el fragmento se puede encontrar la verdad». En El libro de imágenes, Jean Luc Godard se apropia de la cita de Brecht —entre otras muchas— a través de la mención explícita, pero también convirtiendo su película en un discurso fragmentado de estructura rizomática, según el concepto de los filósofos Gilles Deleuze y Félix Guattari. Los saltos en las pistas de audio, la imagen glitcheada (alterada digitalmente), los subtítulos caprichosos, la falta de sincronía, la reapropiación de materiales, los cambios de formato, la sobreexposición lumínica, la saturación colorista… todo ello contribuye a la consolidación de un discurso que, lejos de ser un pastiche o un simple catálogo, se convierte en una profunda reflexión en torno al valor de la imagen. Si «el acto de representar casi siempre implica una violencia sobre el objeto de representación», como afirma el cineasta suizo, la tecnología digital —en la que uno puede manipular la imagen sin la necesidad de dañar su soporte físico— le permite materializar la «gran tensión entre la violencia del acto de representar y la calma de la representación».

Nadie había entendido las posibilidades expresivas de la tecnología 3D como Godard lo hizo en Adiós al lenguaje (2014), y muy probablemente nadie había planteado los problemas entre la imagen digital y su relación histórico-política como hace ahora con El libro de imágenes, que comienza significativamente con la imagen saturada de la Palma de Oro que recibió en Cannes. Lo que está haciendo Godard no es otra cosa que iluminar las formas de la Historia con la luz de la tecnología digital, proponiendo, por ejemplo, una lectura del siglo XXI a partir del neologismo “rime(ake)s” (acuñado por la fusión de los vocablos remake y rimes), que le lleva del cine clásico de Hollywood a los videos de ISIS. La pista de sonido y la de imagen (subtítulos incluidos) se retuercen contra el parasitismo propio de la representación visual contemporánea. Ambas bandas fluyen en paralelo, pero no evitan interrumpirse, solaparse, confrontarse… una suerte de dialéctica godardiana que ha de ser entendida como la prolongación de las Histoire(s) du cinéma (1988) y De l’origine du XXIe siècle (2000), donde la imagen electrónica ya constituía el germen de lo que ahora es su trabajo digital.

El libro de imágenes adopta las formas del cine experimental, mientras el cineasta reflexiona a través de la técnica de la voz superpuesta diciendo que «las Religiones de Libro [a saber: cristianismo, judaísmo e islamismo] han fundado las sociedades y nosotros hemos sacralizado los textos». ¿Qué pensar, entonces, de la venerada imagen contemporánea? Quizá El libro de imágenes sea su gran tratado, precisamente por el análisis heterodoxo que hace de ella.



EL LIBRO DE IMÁGENES

Dirección: Jean-Luc Godard.

Género: drama, experimental. Suiza, Francia, 2018.

Duración: 84 minutos.

 


 

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