Canciones que matan

Santiago Alonso 


Contaba Wes Craven que le había impactado sobremanera La matanza de Texas (1974) cuando la vio la primera vez porque parecía que alguien hubiera robado la cámara y hubiera empezado a matar personas. Si, más de cuarenta años y miles de películas de terror después, hoy día sigue incólume la fuerza de la horripilante obra maestra de Tobe Hooper es precisamente a causa de aquello que apuntaba Craven: la puesta en escena y el lenguaje cinematográfico de esa película asaltan a los espectadores con el objetivo de cortarles la respiración. Por extraño que resulte, no han sido tantos los directores del género que, desde entonces, han aprendido esta provechosa lección cuando se ponen manos a la obra con una historia de chalados asesinos que acechan a incautas víctimas, sin ir más allá de emplear solo el susto y la profusión hemoglobínica. Pues bien, el británico Johannes Roberts sí la ha aprendido y lo demuestra en Los extraños: Cacería nocturna, todo un salto cualitativo respecto a sus trabajos anteriores (El otro lado de la puerta, A 47 metros) y un singularísimo ejemplo de secuela tardía que resulta una película estupenda y exhibe admirables rasgos estilísticos propios sin salirse de las líneas marcadas por la primera parte.

Con la notable Los extraños (2008), el director y guionista debutante Brian Bertino proponía una historia de terror reducida a la esencia. Había un solo escenario (una casa) y dos víctimas (una pareja en plena crisis sentimental) a quienes atacan una noche tres maniacos enmascarados (dos mujeres jóvenes y un hombre) con una muy significativa ausencia de motivos. La segunda parte sigue a rajatabla las mismas premisas minimalistas, limitándose a ampliar los escenarios a una brumosa zona de casas prefabricadas en medio de un parque natural cerrado por temporada baja y dejando a merced del trío homicida a una familia formada por cuatro miembros: padre, madre y su hija e hijo adolescentes. Con un libreto de estas características y lo modesto del presupuesto, el realizador se decanta por la única solución valiosa, que no es otra que proponerse a asustar al respetable haciendo cine, construyendo concienzudamente un estilo. Y con un mérito añadido: de acuerdo, Roberts se ha estudiado de pe a pa a Hooper y, ya de paso, a John Carpenter, pero las citas más evidentes nunca restan atención a lo que vemos en pantalla. Para el británico, lo importante es que el misterio irresoluble tras las máscaras de los asesinos siga inquietando todavía y, sobre todo, que la cámara asalte a quienes se sienten en la butaca y los zarandee de veras.

Además, en Los extraños: Cacería nocturna no solo agrede la cámara, sino también una banda sonora a menudo diegética, cortesía de los matarifes, con éxitos de ochenteros de Kim Wilde o Tiffany. Tanto es así, que el maridaje entre Total Eclipse of the Heart de Bonnie Tyler y la violencia brutal convierte la escena de la piscina en una de las poderosas razones por las cuales los aficionados deberán recordar para siempre esta película.



 

LOS EXTRAÑOS: CACERÍA NOCTURNA

Dirección: Johannes Roberts

Intérpretes: Christina Hendriks, Bailee Madison, Lewis Pullman

Género: terror. Estados Unidos, 2018

Duración: 85 minutos

 


 

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