Pesadilla para excursionistas

Santiago Alonso 


Nada más comenzar Killing Ground, la protagonista hace un crucigrama y le pregunta a su prometido si sabe qué término de once letras y con la vocal e en la segunda casilla es sinónimo de «salvación». No aciertan la respuesta correcta, pero los espectadores recibimos al poco una pista definitiva cuando descubrimos que el feroz perro de los malvados de la función se llama Banjo. Guiños ingeniosos aparte, el australiano Damian Power toma abiertamente como referencia para su primer largo la célebre Deliverance (1972) de John Boorman –entre otras acepciones, la palabra inglesa significa «liberación» y no «defensa», como se tradujo en el titulo cuando se estrenó aquí– y prepara una historia que no sorprenderá a nadie: incautos excursionistas que se alejan de la civilización caen en manos de sádicos pueblerinos que quieren hacerlos picadillo.

Existe una conjunción de esfuerzos muy descompensada en el trabajo de Power. Obviando las posibilidades de plantear un thriller de supervivencia bajo nuevas perspectivas, el director y guionista opta por encerrarse en un esquema ya requetevisto dentro de las películas de miedo que rezuman tensiones y crueldades no aptas para todos los estómagos. A tan poca ambición se contrapone, sin embargo, la voluntad de evitar la narración lineal y, sobre todo, de modular el tratamiento explícito de la violencia que asociamos a otros títulos con el mismo argumento. El mal rollo se construye entretejiendo mediante flashbacks dos segmentos temporales, el protagonizado por las primeras (y ya seguras) víctimas con el protagonizado por las segundas. Y a excepción de un par de planos medios donde sí veremos de cerca dos moribundos, Power prefiere hacer un uso tremendamente efectivo de la elipsis, el plano general y el fuera de campo. Estos dos últimos recursos destacan con fuerza, por ejemplo, en la aparición sorpresa del niño pequeño detrás de la protagonista, quizás la escena más brillante de la cinta.

Se alcanzan así altas cotas de inquietud y se genera malestar con una puesta en escena donde la cámara mantiene las distancias y no se echa encima de los acontecimientos. Es una pena que a este ejercicio de estilo tan interesante como bien resuelto le acompañe una caracterización de personajes nula y un discurso casi inexistente. La pesadilla que cuenta Deliverance tiene un trasfondo desolador y las mejores películas de terror salvaje saben activar subtextos, mientras que Killing Ground, durante sus 88 minutos, solo deja un comentario final sin enjundia ni interés algunos sobre las confianzas traicionadas en el seno de la pareja.


La película KILLING GROUND está disponible en FILMIN



 

KILLING GROUND

Dirección: Damien Power

Intérpretes: Harriet Dyer, Ian Meadows, Aaron Pederson, Aaron Glenane

Género: thriller, terror. Australia, 2016

Duración: 88 minutos

 


 

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