Miradas a Nepal


En la interesantísima cinta surcoreana Himalaya, Where the Wind Dwells (Jeon Soo-il, 2008), uno de los títulos menos conocidos en la carrera del estupendo actor Choi Mink Sik, un ejecutivo emprendía un viaje al Nepal rural para entregar las cenizas de un trabajador sin papeles de aquel país a la familia. Propuesta espartana cuya premisa en apariencia no iba mucho más allá de ese enunciado, la cinta convertía el enclave nepalí (el paisaje y sus habitantes) en el otro protagonista, haciendo que el espectador se identificara con el visitante y viera la película como una ventana abierta al día a día de una aldea dentro de un mundo paralizado en el tiempo, muy lejano incluso a ojos del vecino asiático. Encontramos ahora la misma voluntad instructiva y la descripción abiertamente documental en Kalo Pothi, aunque se haya prescindido de la excusa de una mirada extranjera dentro del relato para articular el estudio de usos y costumbres. Porque es ahora un connacional, Min Bahadur Bham, quien se encarga de llevar a cabo el híbrido entre etnografía y ficción filmando, en esta ocasión, el distrito norteño de Mugu.

Con su largometraje de debut, el director realiza su estudio mientras lleva a la pantalla el hecho más dramático en la historia del país durante el último medio siglo, la contienda civil que enfrentó al gobierno monárquico y la guerrilla maoísta durante una década (1996-2006). La virtud que define a su trabajo, aparte de la sencillez y precisión con que capta lo cotidiano, reside en la capacidad para desplegar una radiografía del conflicto partiendo tan solo de una historia mínima, que se nutre de las cuatro o cincos anécdotas protagonizadas por una pareja de chavales amigos, perteneciente cada uno a castas distintas, y una gallina. Combinando las facetas de cineasta e investigador, Bham efectúa una especie de observación participante, método del trabajo etnográfico, en los lugares de rodaje. Y después, se dedica a dramatizar de manera casi infantil unas escenas que interpretan actores naturales, tanto niños como adultos. El conjunto tiene mucho de representación amateur y está concebido bajo una gramática fílmica bastante esencial, con un único contrapunto cuando el director incluye dos o tres ensoñaciones de planteamiento preciosista al ralentí.

Con el objetivo de llevar a la pantalla la profundidad del dolor que produjo una guerra entre familiares y vecinos, Bham consigue en Kalo Pothi, casi imperceptiblemente y pese a la parquedad, formar y exponer las ideas de una manera bastante más consistente de lo que se pudiera imaginar al inicio. Sobre todo lo percibirán así los espectadores no nepalís que ignoraban antes de ver el largometraje la reciente historia del país asiático meriodional. No hay juego con la mirada extranjera en el argumento, pero se apela a esta como destinataria principal de la cinta. En ese sentido, conviene recordar que no estamos viendo una de las producciones nacionales al uso, que se ajustan demasiado a los patrones de Bollywood, como aquella proyectada en la aldea de los protagonistas, sino una destinada al circuito internacional de festivales. Las noticias cuentan que nuevas corrientes quieren abrirse paso en la industria de Nepal. Esperemos que el estreno español de Khalo Pothi no sea una excepción y sigan llegando más ejemplos.



 

KALO POTHI, UN PUEBLO DE NEPAL

Dirección: Min Bahadur Bham.

Intérpretes: Khadka Raj Nepali, Sukra Raj Rokaya, Jit Bahadur Malla, Hansha Khadka.

Género: drama. Nepal, Francia, Alemania, Suiza 2015.

Duración: 90 minutos.

 


 

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