El camino y los puentes

Santiago Alonso 


Y por tercera vez aparecen impresas sobre la pantalla, al inicio de la última etapa del camino que recorre el espectador, las mismas palabras de justificación. A saber, el tríptico Las mil y una noches, guiado por Miguel Gomes con la imprescindible ayuda de Sherezade, no se basa en la obra clásica, sino que toma la forma laberíntica y proteica para su desarrollo. También se remarca la condición de acción poética y política de unas películas sujetas a las entrañas de un país, como respuesta ante la austeridad homicida que «se caracteriza por una ausencia total de sentido de la justicia social» y cuyas consecuencias han llevado a muchos habitantes de Portugal al empobrecimiento.

Este recordatorio viene acompañado por los movimientos de una bailarina de la India bajo un cálido sol. El fragmento aparenta ser una respiro en el trayecto tras el pico de intensidad emocional que cerraba la anterior entrega. Por una parte es así, pues el episodio contiene la luz, muestra el color y abraza el hedonismo con los cuales a Gomes le hubiera gustado fabular si la balanza de la realidad no hubiera pesado hacia el otro lado. Pero, asimismo, el hecho de tener por protagonista a la conarradora propicia el mejor momento para retomar la reflexión y los dilemas que asaltaban al director al principio de la trilogía. Entre baños, bailes y canciones, la princesa recorre en Sherezade (el día 515 de contar historias al Rey) una mítica Bagdad completamente mediterraneizada, mientras teme más que nunca por su vida al notar el cansancio en el rey, que le perdona la vida noche tras noche. Se reúne con su padre el gran visir y, desde lo alto de una noria, ambos se preguntan por la naturaleza misma de las historias que cuenta ella o que cuenta cualquier narrador, hasta llegar a una conclusión: nacen del deseo y los temores de las personas; sirven para ayudarnos a sobrevivir porque unen el tiempo de los vivos con el de aquellos que vendrán.

El resto de El Embelesado lo ocupa el capítulo que probablemente más descoloque al público, sobre todo si se compara con los precedentes. El embriagador coro de los pinzones es una documental filmado según los modos observacionales de Frederick Wiseman. Se cuenta la actividad de los pinzoneros, hombres que habitan a las afueras de Lisboa, en barriadas con viviendas sociales donde antes se extendían núcleos chabolistas. La mayor parte del tiempo lo emplean en criar y entrenar a pájaros. Toda su ocupación tiene un único objetivo: participar en las competiciones de canto. Desde los márgenes ya existentes en un país donde los políticos y el poder financiero han incrementado las dimensiones de dichos márgenes, los parias de la sociedad ejemplifican una particular y tal vez modélica entereza ante el derrumbe. Así parece querer exponerlo Gomes, aunque no quede claro completamente, a la postre, el contraste de los pinzoneros con aquellos ciudadanos que, por el contrario, sí han salido a las calles a protestar.

Un musical y un documental, presentado prácticamente tal cual, son los añadidos genéricos que completan la trilogía, una audaz apuesta por plantear genuino cine de intervención desde las posiciones del cineasta cinéfilo. Con las tres películas, Gomes ha logrado introducir la cinefilia la suya personal, la modelada según sus gustos como espectadoren el compromiso propio de un impulso militante según la usanza de los años sesenta y setenta, haciendo a la vez espejo metarreferencial con las maneras de concebir el cine de compromiso en tanto que cine.

Con las Las mil y una noches se ha recorrido un camino que empezaba con un director fugitivo y acaba sin acabar. Sin embargo, la obra entera tiende puentes hacia el futuro, tal y como mencionaban Sherezade y el gran visir: los rótulos finales son una dedicatoria de un padre, el director, a una hija. Bien habrá valido el esfuerzo si el día de mañana ella saca provecho de algo de lo contado.


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LAS MIL Y UNA NOCHES. VOLUMEN 3: EL EMBELESADO

Dirección: Miguel Gomes.

Intérpretes: Crista Alfaiate, Américo Silva, Chico Chapas, Amar Bounachada.

Género: drama. Portugal, 2015

Duración: 125 minutos.

 

 


 

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