Mutación sin alma


En 1984, los dibujantes Kevin Eastman y Peter Laird lanzaron la primera aventura de las Tortugas Ninja (Tortugas Ninja Mutantes Adolescentes, en el original) a la manera de una parodia de los tebeos de Frank Miller, buscando imitar su estilo gráfico, pero a la vez llevando al paroxismo la lógica del género superheroico –o de vigilantes– mediante su demencial concepto. La más que decente adaptación Ninja Turtles (Jonathan Liebesman, 2014), producida por Michael Bay, se empleaba a fondo en conservar este equilibrio transitando entre el puro espectáculo de acción, con sus justas dosis de épica, y la comedia más decididamente cenutria, para convertirse sin mucha dificultad en la mejor película en acción real de los personajes. Eso sí, haciendo la vista gorda hacia el espantoso rediseño digital de las Tortugas, a años luz de los trajes de Jim Henson para la trilogía de los noventa.

Si la fantástica secuencia de la nieve acreditaba en Ninja Turtles la energía desplegada por sus responsables, no limitada a la entrega de un mero subproducto sin alma, en la secuela Ninja Turtles: Fuera de las sombras cuesta reconocer un ápice de cariño o mínimo interés por lo que se está haciendo: que resulte rutinaria y automática una película de Tortugas Ninja enfrentándose a una invasión alienígena, comandada para más inri por un cerebro gigante que vive en el cuerpo de un mecha, suscita incómodas preguntas sobre qué clase de ejecutivo aburrido ha podido gestionar algo así de una manera tan desastrosa. Dave Green, nuevo hombre al mando, parece bastante más preocupado por contentar a Michael Bay que al público, rompiendo con el tono de la anterior película para efectuar un pobre refrito del cine del productor, como si en todo momento se plantease de qué manera rodaría él cada escena. Así, en Fuera de las sombras no hay más estilo que un encadenado (sin criterio alguno) de planos desnivelados, ralentís y falsos travellings creados en post-producción, aderezado con peleas resueltas en infinidad de cortes (ante la duda de cómo escenificarlas correctamente) y música machacona a lo Hans Zimmer, pero sin Hans Zimmer. ¡Incluso han colgado una bandera en la alcantarilla de los protagonistas!

El problema es que Michael Bay no hay más que uno, y, mientras el original es capaz de imponer su muy particular cosmovisión sobre recursos que a cualquiera le parecerían ridículos, Green solo demuestra desgana y poca fe en las posibles virtudes del proyecto. A diferencia de la anterior película, no hay aquí rastro del humor jocoso de su fuente, ni del carisma de sus personajes, ni del encanto pulp de sus villanos; por no hablar de Megan Fox y Will Arnett, a los que debe reconocerse su profesionalidad para poder recitar ciertos diálogos sin sonrojarse. Igual que esas películas infantiles que creen que los niños son tontos y, por ello, tienen que hacerse para tontos, Ninja Turtles: Fuera de las sombras cree que su espectador potencial le pide muy poco a la vida, y eso es exactamente lo que le da. 


TEENAGE MUTANT NINJA TURTLES: OUT OF THE SHADOWS


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NINJA TURTLES: FUERA DE LAS SOMBRAS 

Director: Dave Green

Intérpretes: Megan Fox, Stephen Amell, Will Arnett, Tyler Perry, Brian Tee, Laura Linney

Género: fantástico. Estados Unidos, 2016

Duración: 112 minutos

 

 

 


 

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