Viva el «cine porcino»


Sé Villana es una investigación experimental sin ánimo de lucro. Es un homenaje a la humanidad más “aperreá”. Su intención es artística, didáctica y crítica”. María Cañas

 

Gracias a festivales y catálogos online como los englobados en el proyecto Márgenes, a salas pertenecientes a centros culturales, al refugio de los museos y a otros huecos a las afueras, comprobamos que la periferia de la oficialidad del cine español está demostrando ser un magma en ebullición. Gracias y de nuevo gracias, porque los espectadores interesados en las creaciones más inquietas y arriesgadas lo tendrían, si no, bastante crudo: apenas encontrarán en los “lugares de cine regulares”, vamos a llamarlos así, constancia de tanto trabajo que merece verse y reseñarse, valorarse y criticarse.

Uno de los rastros más apasionantes lo deja María Cañas, experimentadora de la imagen cuya figura fronteriza franquea dos espacios de acción, el museo y la pantalla. ¿Artista audiovisual para las galerías o cineasta? Las dos denominaciones valen y he ahí la fascinación que provocan sus trabajos. Lo pudo comprobar hace un año el visitante al Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, lugar que acogió la exposición Risas en la oscuridad, una amplia retrospectiva de la trayectoria de Cañas en la cual se juntaban collages fotográficos y de objetos, videocollages e instalaciones junto a la proyección continúa de sus películas. Abría el recorrido el mediometraje Sé Villana. La Sevilla del diablo, el título que en 2013 difundió el nombre de la autora hacia los interesados por los hechos cinematográficos. Cuarenta minutos y la sólida demostración que la pieza no reclama al paseante y sí al sujeto sentado, mejor fuera del espacio museístico, ante la calma de la pantalla privada y ante, ojalá se dieran más las opciones a ello, la experiencia en la sala oscura. Cinta y realizadora deben aparecer por derecho propio en cualquier publicación sobre cine.

María Cañas, la Archivera de Sevilla, se define a sí misma como caníbal, pervertidora, mitómana y peliculera. Ella explica mejor que nadie el precepto por el cual articula la forma y la trama de sus creaciones: “Si del cerdo se aprovecha todo, de la imagen contemporánea, del detrito audiovisual que tenemos por todos lados, tanto en internet como en la vida, las hemerotecas, los rastros, pues también se puede aprovechar todo y hacer obra más o menos artística o poética con ella”. Remata denominando el concepto como arte porcino, y videomaquia a la acción o resultado de una lidia en los terrenos del reciclaje.

Posee mucho Cañas, en efecto, de narradora y poeta. Lo suyo es puro acto de pasión por comunicarse a través de las imágenes que se le han quedado impregnadas en la retina, procedan de donde procedan. Las ve y las asimila. Las selecciona y las dispara a borbotones después. De los ojos de la directora sin cámara a los del espectador a la búsqueda de narrativas visuales. Que no estamos ante un trabajo que se circunscribe al videoarte tan solo, lo revela la mirada de la artista, una mirada que se ha alimentado igualmente del cine clásico y en concreto, ella misma así lo ha declarado, del melodrama o la serie b. La Archivera describe y cuenta: describe bien y cuenta mucho.

Producto de una dicotomía Amor-Odio a alto voltaje y haciendo gala de una rabia de lo más punk, Sé Villana. La Sevilla del Diablo analiza fragmentos de su ciudad. El foco principal de atención lo sitúa sobre las manifestaciones del pueblo sevillano universalmente reconocidas, revelando los ángulos que nacen en los fuera de campo del encuadre habitual. Según Cañas, los débiles o los extravagantes, los desheredados por la Historia, protagonizan algo más que el folklore (mejor dicho, las ópticas menos favorables de dicho folklore), porque a su esencia la nutre una fuerza de vida tal, que estos pueden llegar, dado el momento, a significarse y abanderar reivindicaciones. Resistencia frente a oficialidad. Impulso frente a discurso nacional. Esperpento frente a tragedia. Andaluces frente al andalucismo del lugar común. Colectivo e identidad para una Sevilla que atraviesan procesiones, ferias, sonrojos, miserias.

Se sigue con apasionamiento este calambur a partir de continuos rechazos, acercamientos y contrastes, un cut-up cinematográfico con filmaciones que vienen y van a ráfagas. La importancia del audio es asimismo capital, ya que la mezcla de comentarios en off se pliega a la misma intencionalidad, cerrando a menudo el círculo sobre los mensajes. Sin olvidar la música: les avisamos que al acabar la película, la versión procesional para El Final De Los Días del Final Countdown les dará vueltas en la cabeza durante mucho rato, tras haberla escuchado cuando acompañaba algunas imágenes que consumió, cortó y pegó la autora. Intenso exorcismo (el suyo) y rendido contagio (el nuestro).



Visionado gratuito en la plataforma MÁRGENES de Sé Villana. La Sevilla del diablo


(Una versión muy reducida y diferente de este texto se publicó en 2013 en la revista Ociozine)


 rep.

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