La videollamada como escenario de terror
La pandemia del coronavirus ha modificado ostensiblemente nuestra realidad, llevándola en muchas ocasiones al extremo de situaciones sociales y estados emocionales angustiosos. Es decir, esta coyuntura proporciona un escenario proclive para una película de miedo. Si la semana pasada analizábamos Songbird, la primera película de acción sobre la COVID-19, en esta ocasión abordamos Host, de Rob Savage, un mediometraje de terror de apenas 57 minutos que se ha estrenado simultáneamente en cines y en la plataforma de vídeo bajo demanda Filmin. La película exprime las posibilidades narrativas de uno de nuestros mayores aliados durante el confinamiento: las videollamadas. En este caso la plataforma utilizada sirve de escenario virtual para la reunión de seis amigos, que se dan cita para vivir una sesión de espiritismo, de la mano de una médium. El aburrimiento que genera la imposibilidad de socializar en persona los ha llevado hasta ahí, y no ninguna creencia o interés por contactar con el más allá, por lo que no se toman precisamente en serio la experiencia, lo que provoca el contacto con un espíritu maligno que se ha propuesto hacer el mal.
El filme pertenece a un nuevo formato cinematográfico, conocido como desktop film, o película de escritorio, en referencia a aquellas obras que transcurren en la pantalla de un ordenador. La perspectiva que ofrece Host es la que tendríamos si fuéramos parte de una videollamada, es decir, como si estuviéramos utilizando nuestro portátil o teléfono móvil. Esto provoca que en muchos momentos la pantalla se divida en hasta siete ventanas diferentes, cada una perteneciente a uno de los personajes, que se encuentra en un espacio diferente al de los demás. Esta polivisión, que alterna con planos donde se observa exclusivamente una de las ventanas, a pesar de que las demás estén activas —una pequeña licencia que se toma el director para mostrar ciertas escenas en mayor detalle, o quizás para ocultar tiempos muertos, asincronías o fallos en las otras pantallas—, permite reducir las elipsis al mínimo, permitiendo que la cinta recree la sensación de estar transcurriendo en tiempo real.
Desde el punto de vista del género, lo más relevante a la hora de ver Host consiste en comprobar cómo las características y recursos propios de una videollamada pueden utilizarse para provocar terror, y a este respecto el director demuestra tener la inteligencia suficiente como para saber leer el potencial tenebroso de aspectos cotidianos como los microparones en la retransmisión del vídeo, las cacofonías que se generan cuando varias personas hablan al mismo tiempo, los cortes de conexión o la pixelación propia de imágenes que se filman en directo con cámaras de baja resolución. En este aspecto, los mejores momentos, los más novedosos, se dan precisamente en los citados instantes de polivisión, donde la sobredosis de información que recibe el espectador provoca que se desoriente, sin saber exactamente a qué imagen prestarle atención. Cuando algo relevante sucede, es muy probable que este no estuviera prestándole atención a la ventana correcta, o que lo haya visto de reojo. Incluso si estaba observando la imagen adecuada, las reducidas dimensiones de la misma provocan desasosiego ante el limitado acceso a la información de lo que está sucediendo, especialmente si esta se ve en la pantalla pequeña, para la que la película ha sido pensada —la cinta es una producción de la plataforma de streaming Shudder—. En consecuencia, el recurso formal genera miedo ya que es muy sencillo ser sorprendido.
Precisamente por estos motivos, quizás hubiera sido más efectiva una aproximación rigurosa al formato videollamada, donde se muestra una única imagen en pantalla, algo que ocurría en Eliminado, una cinta de 2014 que ya jugaba al mismo formato y lo hacía con mejores resultados. El resto de recursos citados tiene su gracia, pero su utilización solo a ratos desnaturaliza el proyecto, que en buena parte del metraje se convierte en una correcta pero irrelevante película de terror. Esto, sumado al desaprovechamiento del confinamiento y la pandemia en el desarrollo de la historia —es simplemente el punto de partida y la justificación por la que los personajes no pueden reunirse presencialmente—, ponen de manifiesto que Rob Savage ha sido capaz de ver el potencial terrorífico de la crisis del coronavirus y las posibilidades narrativas de la videollamada, pero, o bien no ha sabido desarrollarlas, o bien ha optado por cauces más cómodos, explorados hasta la saciedad.


HOST
Dirección: Rob Savage.
Reparto: Haley Bishop, Radina Drandova, Edward Linard, Jemma Moore, Caroline Ward, Emma Louise Webb, Alan Emrys, Patrick Ward, Jinny Lofthouse, Seylan Baxter, Jack Brydon, James Swanton.
Género: Terror. Reino Unido, 2020.
Duración: 57 minutos.