Escalar la pirámide social

Yago Paris


La casualidad ha querido que durante octubre se hayan estrenado en España tres películas sintomáticas de una cierta manera actual de elaborar el discurso ideológico. Qué duda cabe que tratar de convertir una tendencia en la norma es simplemente absurdo, pero sería un error obviar unas dinámicas de producción que van más allá de lo circunstancial, trascendiendo la nacionalidad, el género narrativo y el lenguaje visual. La primera que se estrenó fue Joker, una cinta que esconde tras su buen hacer y su espectacularidad un discurso pacato que avanza dando tumbos para finalmente no hablar sobre nada en concreto. En aquel caso nos preguntábamos qué le ocurre a nuestra sociedad para que hablar abiertamente de anarquía resulte imposible. El segundo ejemplo es Comportarse como adultos (Adults in the Room), un filme que aborda la dramática situación económica que vivió Grecia en 2015, pero que lo hace en forma de panfleto populista cuyo efectismo de trazo grueso oculta lagunas en el análisis de las claves que dieron lugar a la tragedia. En esa ocasión nos preguntábamos por qué un director como Costa-Gavras, que se había labrado una carrera de prestigio gracias a un discurso contundente, ha entregado esta vez un telefilme de sobremesa que confunde claridad con obviedad. El último caso es Parásitos, la cinta que analizamos en este texto, donde nos preguntaremos por qué, incluso en el caso de películas excelentes, el discurso y las imágenes tienden con tanta facilidad en nuestro presente a lo que Desirée de Fez ha definido como el cine de la claridad.

Tras alzarse con la Palma de Oro a la mejor película en el pasado festival de Cannes, llega a la cartelera española lo nuevo de Bong Joon-ho. La cinta narra la historia de una familia de clase baja, cuyos cuatro integrantes se encuentran en paro, en su intento por ascender en la escala social de un país entregado al capitalismo, donde las desigualdades son sangrantes. El hijo comienza a trabajar para una familia adinerada, y el resto de familiares no desaprovecha la oportunidad de unirse, aunque para ello tengan que hacerse pasar por otras personas y tender trampas a los trabajadores cuyos puestos quieren usurpar. Se inicia de esta manera un proceso de progresiva vampirización de la familia de clase alta por parte de la humilde, estableciendo una metáfora despiadada sobre la sociedad piramidal capitalista. Valiéndose de la sátira y la comedia negra como catalizadores, Bong Joon-ho elabora en esta peculiar aproximación a las dinámicas del subgénero de la home invasion un nuevo discurso —como ya mostraba en Rompenieves (2013) y Okja (2017)— que ataca sin tapujos al sistema económico que rige su país y el mundo en general.

Brillante por momentos, la narración encuentra el punto exacto entre el desarrollo del discurso ideológico y el visual, algo que se facilita cuando forma y fondo van de la mano. A su vez, su cine es capaz de equilibrar el espectáculo con la reflexión. Al igual que juguetonas, las imágenes de Parásitos también son simbólicos retratos de cómo funciona el mundo, con especial mención a cómo la atomización que propone el neoliberalismo nos confunde hasta el punto de que nos haga ver como enemigos a nuestros iguales y nunca a los que se encuentran por encima de nosotros, sometiéndonos. La tesis final que se puede extraer de la narración es que en el fondo no buscamos la igualdad, sino tener la fortuna de alcanzar ese lugar de privilegio reservado para solo unos pocos.

Sin embargo, a pesar de todas las virtudes que atesora el filme, y como ya ocurrió con los dos casos citados al principio del texto, este crítico se ve en la obligación de cuestionar el verdadero valor de dichas imágenes, llegando a la conclusión de que, aunque el discurso ideológico de Parásitos sea contundente y su puesta en escena excelente, la cinta se convierte en un nuevo ejemplo de cine de la claridad. O como expresa con rotundidad Roberto Morato en el episodio del pódcast A Quemarropa dedicado a la cinta, Bong Joon-ho ha creado una obra acomodada, compuesta por imágenes domesticadas para una sociedad adocenada. En otras palabras: el público tiene perfectamente claro qué debe pensar sobre cada una de las imágenes que aparecen en pantalla.


Par†sitos (10)


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PARÁSITOS

Dirección: Bong Joon-ho.

Reparto: Song Kang-ho, Lee Seon-gyun, Jang Hye-jin, Cho Yeo-jeong, Choi Woo-sik, Park So-dam.

Género: sátira. Corea del Sur, 2019.

Duración: 132 minutos.

 


 

2 Comentarios »

  1. Nada, chico, ninguna película te satisface ideológicamente. Hay que ver como sois algunos críticos de tiquismiquis; no sé cómo podéis disfrutar del cine, en los ejemplos que citas diría de un gran cine, si siempre entráis en la sala como si el director os tuviera que hacer la película a la carta. Igual la opción es hacer la película perfecta uno mismo.

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