Mirar hacia otro lado

Santiago Alonso 


La idea de hacer Marea humana le vino a Ai Weiwei cuando se acercó a Lesbos en 2015 para ver con sus propios ojos la avalancha de desplazados que llegaba buscando la salvación europea. Aparte de las situaciones dramáticas que se vivían durante el desembarco en las costas y los rescates, el famoso artista chino constató algo peor aún: el viaje y la pesadilla no acababan ahí. El hambre, la calamidad y la violencia tendrían para estas personas un nuevo capítulo en el Viejo Continente. La experiencia suscitó en alguien también conocido por su activismo el deseo de elaborar, nada más y nada menos, que una mastodóntica crónica de la crisis global de refugiados que está asolando el planeta.

¿Un proyecto demasiado complejo? Una vez visto el resultado, comprobaremos que, muy a su manera, aun haciéndolo desde un plano didáctico, el documental más o menos cumple con el propósito tanto de explicar el fenómeno como de señalar unas sociedades dedicadas a mirar siempre hacia otro lado. Marea humana es un trabajo caótico rodado en veintitrés países, un amontonamiento continuo de filmaciones, entrevistas y datos, resuelto principalmente por Niels Pagh Andersen (el montador de Joshua Oppenheimer en las tremendas The Art of Killing y La mirada del silencio), pero lo cierto es que acaba poniendo sobre el tapete las líneas generales para comprender estas crisis y querer acabar con ellas. Por ejemplo, se distinguen sus causas (persecución, pobreza, cambio climático), se habla sobre la mala vida de quienes se establecen durante un largo tiempo en un campo de refugiados o se recuerda, por si alguien lo olvidaba, que hay dramas no resueltos aunque hayan pasado décadas desde su inicio.

Ahora bien, la película también adolece clarísimamente de un problema serio de concepto. Tiene que ver sobre todo con la manera en la que entra Ai Weiwei en pantalla y la posición que quiere ocupar. El director a veces no sabe si hacer relato en primera persona o efectuar una descripción desde fuera. Si dedicarse al impulso emocional o sólo hacer crónica de la injusticia y el dolor. No puede dudarse de la sinceridad de este hombre, pero tanta imprecisión, tanta salida y entrada, tanto estar o no estar, al final acaba generando algunos momentos sonrojantes o abiertamente bochornosos.



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