Aquellos pioneros del cine
Irene Bullock Peter Bogdanovich es uno de esos directores que, además de ponerse detrás de las cámaras, ama el cine apasionadamente. Y muestra ese amor desmedido en varias de sus […]
Estrenos, críticas, comentarios de cine y algunas notas sobre las visiones
Irene Bullock Peter Bogdanovich es uno de esos directores que, además de ponerse detrás de las cámaras, ama el cine apasionadamente. Y muestra ese amor desmedido en varias de sus […]
Peter Bogdanovich es uno de esos directores que, además de ponerse detrás de las cámaras, ama el cine apasionadamente. Y muestra ese amor desmedido en varias de sus películas. Por eso hay varios ejemplos de esa pasión en su obra, desde su debut con El héroe anda suelto (Target, 1968) como esa joya que es La última película (The Last Picture Show, 1971). Pero en su filmografía hay un canto a los pioneros del cine, a los tiempos más primitivos, donde todo era nuevo y todo estaba por nacer. Y donde se forjó ese romanticismo que acompaña a los directores, actores y demás técnicos a pesar de estar inmersos en una industria agresiva. Así empezó Hollywood (Nickelodeon, Estados Unidos, 1976) transcurre durante los primeros años del siglo XX, cuando estaba emergiendo en Estados Unidos un arte nuevo, el cine, y alrededor de él surgió una fábrica de sueños. Tiempos convulsos, de transformaciones y cambios donde se libró una batalla campal que duró varios años, la famosa guerra de patentes (1908-1917). Fue el periodo de los cortometrajes, de los seriales y de los nickelodeones, locales donde por cinco centavos se podía disfrutar de un jugoso programa.
El nickelodeon fue el antecedente de la sala de cine, un espacio con varias filas de sillas, un proyector, una pantalla y un piano donde un músico amenizaba la función. Porque el cine empezó como espectáculo de barraca y se fue transformando poco a poco en una empresa que movía mucho dinero a través de la creación de ilusiones y emociones. Y entre medias, hubo un periodo de aventura y experimentación, donde todo el mundo probaba y se arriesgaba. Durante estos años muchos buscavidas decidieron volcarse en esta nueva manera de ocio y formaron parte de un negocio cada vez más valioso, que fue creando obras que llegaban a un montón de espectadores ávidos de historias.
Punto de inflexión
Ese rico periodo cinematográfico eclosionó no solo con el nacimiento de Hollywood, sino también con un modelo empresarial determinado: el sistema de estudios y el star system. Además se creó un nuevo modelo de exhibición, que supuso el fin de los nickelodeones y los cortometrajes o los seriales, y dejó paso a grandes cines que se convirtieron en los nuevos templos donde se exhibían los largometrajes.
Todo esto está maravillosamente reflejado en la película de Peter Bogdanovich. El momento culminante de Así empezó Hollywood, cuando los personajes son conscientes de una nueva era, del nacimiento del cine como arte (y de los directores como creadores de un lenguaje distinto), es la proyección de un largometraje de D. W. Griffith, The Clansman. Alice Forsyte (Tatum O’Neal), una niña prodigio que lo mismo soluciona una localización que se convierte en una guionista inspirada (con ayuda de William Shakespeare), informa de que en otros sitios ya se está estrenando con el nombre de El nacimiento de una nación. Al final de la proyección el público pide que salga al escenario Griffith, y el director se pone frente a los espectadores para recibir los aplausos. Fuera de la sala, H.H. Cobb (Richard Keith), un productor pionero, uno de los independientes en la guerra de patentes, augura el futuro del cine durante los próximos años.
Pero la elección de El nacimiento de una nación, por parte de Bogdanovich, para este punto de inflexión es inteligente. Si bien la película de Griffith enseña el poder del cine y cómo el cine es creación, también ofrece nuevos puntos de vista y miradas que permiten reflexiones… pero a la vez profetiza un lado oscuro. Ante la fuerza del discurso cinematográfico y el carácter hipnótico de las imágenes que llegan a muchísimo público, la fábrica de los sueños tiene el poder de mostrar el mundo de una determinada manera o de emplear el mecanismo de evasión para adormecer; es decir, revela el cine como un mecanismo de propaganda, control y manipulación. La película pone en evidencia las dos vertientes en lucha y conflicto a lo largo de la historia del cine: arte y creación, e industria y poder. Y, por otra parte, en el momento de la proyección se anuncia también a los personajes la Gran Guerra , que paralizaría parcialmente las emergentes, vanguardistas y pioneras cinematografías del otro lado del océano, convirtiendo a Hollywood en el epicentro, en un faro mundial.
La gran familia de la farándula cinematográfica
Los personajes de Así empezó Hollywood van constituyendo otro de los secretos del cine. Y es la mirada romántica hacia sus trabajadores, hacia los que crean películas, esos personajes excéntricos que fundan extrañas familias durante los rodajes, como tan solo tres años antes había mostrado tan bien François Truffaut en La noche americana. Peter Bogdanovich se centra en cómo se forma una de esas familias pioneras, y, por supuesto, no faltan relaciones complicadas, crisis, bromas, diversiones y un triángulo amoroso… pero todos están cautivados por la pasión de hacer películas. Todo empieza con Leo Harrigan (Ryan O’Neal), un joven abogado sin suerte que trata de salir adelante, hasta que se cruza en su camino H.H. Cobb, un productor independiente que le pone al día de la guerra de patentes. Le cuenta, en un encuentro improvisado y muy loco, cómo las pequeñas productoras luchan contra Goliat, el monopolio de Thomas Edison que quiere el control de explotación de la nueva forma de ocio, es decir, cobrar por el uso de las cámaras, la película virgen y los proyectores. Así que los independientes buscan diferentes estratagemas para poder trabajar sin pagar por todo, y, de esta manera, van indagando y localizando otros lugares de rodaje donde estar lejos de los «matones» de Edison. De pronto, Harrigan deja la abogacía en un segundo plano y comienza a trabajar para Cobb, primero como guionista y, más tarde, como director de cortometrajes en el lejano Oeste. En su camino se cruzará una bella y miope aspirante a actriz (Jane Hitchcock) y un buscavidas hortera (Burt Reynolds) que se convertirá en el galán de los cortometrajes, y los tres terminarán en un paraje desértico, alejado y hostil con un equipo de rodaje abandonado a su suerte… rodando cortometrajes sin parar.
Homenajes
Peter Bogdanovich cuenta su historia de una manera especial. Así empezó Hollywood es un homenaje al cine silente, al puro lenguaje cinematográfico a través de las imágenes. Sus personajes se ven inmersos en historias dignas de aquellos seriales emocionantes o son protagonistas de divertidos cortos, comportándose igual que los cómicos que se convirtieron en estrellas durante esa época.
Cuando Harrigan se baja de un tren y se enfrenta a un paisaje hostil, parece un héroe de un western. Su encuentro con varios miembros de un equipo de rodaje en un tugurio de mala muerte; la aparición amenazante del personaje de Burt Reynolds, Buck Greenway, que sabotea el primer día de rodaje de Harrigan; la pelea a puñetazo limpio entre Harrigan y Greenway, quienes terminarán siendo amigos, pero siempre mantendrán la rivalidad, más cuando entra en juego el amor… Todos esos momentos son rodados por Bogdanovich como si estuviera sentando las bases del género estadounidense por antonomasia, las películas del Oeste.
Aunque la película sufre ciertas irregularidades, posee un encanto que no permite desengancharse de ella. Las irregularidades son evidentes en el ritmo de la historia y en el montaje, que deja en el aire algunas tramas y que hace que no se entiendan del todo las relaciones que establecen entre sí algunos de los personajes.
Precisamente gracias a ellos, a los personajes de Así empezó Hollywood, Bogdanovich recrea a la perfección los primeros rodajes. Todo era una aventura y todo estaba permitido. A través de la experimentación, la improvisación continua, los errores uno detrás de otro y la búsqueda rápida de soluciones a problemas concretos, los pioneros iban aprendiendo a rodar. No tiene desperdicio esa conversación entre el cámara (John Ritter) y un Harrigan asustado porque nunca ha dirigido.
La película está salpicada de momentos significativos que definen estos primeros años del séptimo arte y asientan ciertas bases del futuro. Por ejemplo, Harrigan sale indignado de un nickelodeon porque descubre que Cobb, el productor, no respeta el material original de cada uno de sus cortometrajes, sino que los monta según su parecer e incluso mezcla metraje de varios de ellos para tener así más producción a un coste bajo. De esta manera se dibuja un aspecto importante de la historia del cine: las relaciones difíciles entre los productores y los directores y cómo afectan a las películas.
En esa misma secuencia Harrigan y todo su equipo, donde se encuentran los actores principales de sus cortos, sufren la persecución de un grupo de ciudadanos en plena calle. Estos han reconocido los rostros de los actores, esos rostros pertenecen a sus personajes favoritos, a sus héroes de la pantalla de cine. Los actores han despertado su curiosidad, mucho más que el director o el operador. Tanto, que terminan arrancándoles la ropa para llevarse un recuerdo o una prueba de que los han visto. Así se muestra la semilla del futuro star system.
Así empezó Hollywood termina con un viaje en coche de los protagonistas, que tratan de solucionar sus diferencias y no saben qué va a ser de su futuro. De pronto, pasan por un pabellón de cristal, como el mítico estudio de Méliès, donde se está rodando una película. Entonces se dan cuenta de que pase lo que pase entre ellos, el espectáculo debe continuar…
Diario cinéfilo de una dama
Me llamo Irene Bullock y junto con Godfrey, mi hombre olvidado favorito, dirijo un restaurante de éxito, The Dump, pero ahora tengo un nuevo hobby: teclear y teclear una y otra vez. Mi mente es un poco desordenada, algo alocada, ando siempre algo descentrada, y necesito un descanso… mental. Mi gran amiga Hildy Johnson decidió un día regalarme una máquina de escribir, y me dijo: «La escritura hará que te concentres un poco, querida Irene, escribe sobre lo que más te plazca». Y yo descubrí que era feliz viendo películas, pero que adoraba también los entresijos del cine… ¿Cómo unir esas dos pasiones? ¡Escribiendo sobre películas que su tema principal fuese el cine dentro del cine! Además me di cuenta de que mientras tecleo en mi máquina, ese es el único momento del día donde mi cabeza encuentra un poco de paz , pero sigo siendo creativa. Este es mi diario… de todas las películas en las que voy buceando y que me permiten además contaros la historia del cine. Ahhhh, mi vida sigue siendo una fiesta continua, así logro enfrentarme a todo… y de esta forma conozco cada uno de los mecanismos de los fotogramas donde habito.
Fotografías: …
¡Ay! Cuánto me gustaría ser Bogdanovich por un día. No estoy familiarizada con su filmografía (que tengo entendido es muy despareja) pero imagino cómo debe ser haber conocido personalmente a tantos grandes del cine clásico.-
Me has tentado con esta película y sembrado varios disparadores también. Pienso que a partir de su visionado puede, no solo verse las películas que cita u homenajea, sino también leerse libros como «An Empire of their own» u otros sobre la época. Actualmente estoy leyendo una biografía de Theda Bara que toca un período un poco posterior pero muy muy interesante en cuanto a la consolidación de las estrellas y los sex symbols del cine.-
Intentaré dar con Nickelodeon.-
Un beso grandote (imagino que habrás compartido pastel de cumpleaños de tu amiga Hildy 😉), Bet.-
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¡Estuvimos de fiesta en The Dump! El cumpleaños de Hildy lo celebramos a lo grande. ¡Te estuvimos esperando!
«Nickelodeon» es una película deliciosa y se nota la pasión de Bogdanovich por el cine. Tiene secuencias maravillosas, a veces, apetece saltar la pantalla y unirse a los protagonistas.
¡Seguimos tecleandoooo!
Irene
PD: No sabes lo que te agradezco que me acompañes en esta aventura.
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¿Con todo lo que me acompañás vos a mí? Ni lo menciones ❤
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