Señor, líbrame de estos pensamientos
Con un estremecedor arranque que suscita infinidad de preguntas, el cineasta noruego Joachim Trier nos presenta su cuarta película, que podría catalogarse como mitad thriller sobrenatural, mitad coming-of-age lésbico, pero cuya delicada factura trasciende ambas etiquetas. El título de la película hace referencia al personaje que impulsa la narración, una joven que ha crecido en un ambiente fuertemente religioso y que experimenta una inesperada transformación al descubrir su verdadera sexualidad. La represión y la culpa frente a su deseo de ser ella misma abocan a la joven a una serie de crisis en las que afloran una suerte de poderes sobrenaturales que, a su vez, revelan un secreto vinculado con su familia y que se remonta a su infancia.
El resurgimiento de esos poderes puede interpretarse como una representación externa del abrumador proceso interno que atraviesa, consecuencia de la castración emocional provocada por los preceptos inculcados por una estricta religiosidad. Este castigo, en manos de Trier, se traduce en poderosas imágenes mentales y ensoñaciones simbolistas apoyadas en una mezcla de motivos escandinavos y de iconografía cristiana del pecado que, sin duda, son la clave del éxito de la película. A las evocadoras escenas metafóricas debemos añadir, como alicientes de la obra, la naturalidad de su protagonista, Eilie Harboe, quien realiza una extraordinaria actuación, en especial en su parte más física, y la dirección de fotografía de Jakob Ihre, que muestra el conflicto interno del personaje con imponentes planos generales enmarcados en una atmósfera dominada por la naturaleza acentuando la sensación de limbo constante.
La película, premio especial del jurado en la pasada edición del Festival de Sitges, cuenta como coguionista con Eskil Vogt, con quien Trier ha trabajado en todas sus películas. Ambos presentan una narración completamente diferente a sus anteriores trabajos conjuntos. Sin embargo, su referencia más cercana sería el debut como director de Vogt, Blind (2014), película en la que también se produce esta mezcla de fantasía y realidad. Incluso, no parece casualidad que su protagonista, Ellen Dorrit Petersen, de vida en Thelma a la controladora e implacable madre de la joven.
A pesar de que la apuesta de Trier y Vogt resulta más un ejercicio de estilo que una verdadera reinvención del género, no se puede negar que consigue profundizar en la angustia, la tensión y la emoción a través de una puesta en escena arriesgada y experimental. En Thelma se combina lo real y lo surrealista, lo natural y lo sobrenatural en una representación tan seductora como el pecado mismo.
THELMA
Dirección: Joachim Trier
Intérpretes: Eili Harboe, Kaya Wilkins, Elli Dorren Petersen
Género: drama, fantástico. Noruega, 2017
Duración: 116 minutos