La tribu

Aventuras y desventuras del hombre lapa

Tras una película tan personal como Isla bonita (2015), que constituía todo un acto de libertad artística frente a los condicionamientos de la industria y terminaba suponiendo una auténtica terapia de choque para su creador, cabía esperar que Fernando Colomo explorara derroteros menos convencionales en su siguiente proyecto. O no necesariamente, porque también tendría su lógica pensar que el responsable de La vida alegre y Bajarse al moro pretendiera volver con fuerzas renovadas a las comedias costumbristas. Sea como sea, La tribu representa un noble intento de cine popular, dentro en este caso de un ámbito productivo muy concreto, el de las televisiones privadas que financian filmes, y con un presupuesto de cierta consistencia.

La acción se pone en marcha llevando una clásica leyenda de trasmisión oral (¡el penis captivus!) a la era de internet: el protagonista, a quien interpreta Paco León, es un directivo ruin con gusto por los ERE también conocido, para su desgracia, como el hombre lapa después de una jugarreta del destino. Pero lo principal del argumento se extrae directamente de la realidad, pues el grupo de bailarinas que capitanea Carmen Machi se construye a imagen y semejanza de las verdaderas integrantes de una clase de la escuela Tribu Urbana Center de Badalona. Las Mamis son alumnas mayores de cuarenta que se toman el baile moderno como una actividad liberadora, una pasión que las llevó a participar hace un par de años en un concurso televisivo. Además, no solo se ha rodado la película en el mismo centro, sino que de interpretar a la coreógrafa de ficción se encarga la real, Maribel del Pino. Aquí debuta como actriz y su presencia constituye una revelación.

Junto a sus coguionistas Joaquín Oristrell y Yolanda García Serrano, Colomo emplea este material para realizar una defensa nada forzada del orgullo de barrio, la mujer trabajadora y la solidaridad. El humor es festivo, a menudo en un tono amable que no llega a desbocarse, y cuenta con la baza, nadie podía dudarlo, de la pareja protagonista. Y ahora en versión bailonga: las escenas de León en el supermercado y Machi ensayando la coreografía mientras trabaja son los momentos más divertidos. Después, para lo bueno y para lo malo, las circunstancias de producción arriba mencionadas marcan el resto, porque si bien se traducen positivamente en varios aspectos formales —los videoclips y, sobre todo, una estupenda toma aérea que recoge la llegada del ejecutivo capitalista al extrarradio—, se hace evidente que no tienen mucho recorrido ni la crítica a los programas de talentos ni las partes en las que La tribu quiere emparentarse con un cine a lo Full Monty. Aunque lo que menos ayuda al conjunto quizás sea algún descuido del libreto, empañando así el buen grado de verosimilitud general que refleja la película. Tras haber protagonizado un vídeo viral visto por todo quisque, como cuenta el prólogo, ¿de verdad nadie reconoce al hombre lapa en su nueva casa o en las calles de Badalona?