The Square
Para tensar los límites Daniel Pérez Pamies En una de las secuencias de The Square se presenta una instalación museística cuyo recorrido inicial se bifurca en dos caminos posibles: el de […]
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Para tensar los límites Daniel Pérez Pamies En una de las secuencias de The Square se presenta una instalación museística cuyo recorrido inicial se bifurca en dos caminos posibles: el de […]
En una de las secuencias de The Square se presenta una instalación museística cuyo recorrido inicial se bifurca en dos caminos posibles: el de “No confío en la gente” y el de “Confío en la gente”. Un contador digital va sumando visitas en función de la elección de una vía o la otra. El segundo itinerario gana aparentemente por goleada al primero. Pero, viendo la película, cuesta poco interpretar ambas posibilidades como una trampa planteada por el director sueco Ruben Östlund, de la misma manera que parece fácil especular por cuál de ellas se decantaría él mismo, en caso de tener la oportunidad.
El término inglés square podría traducirse por recuadro o plaza -pero significativamente también por “justo”-, y The Square, aparte del de la película, es también el título que recibe la última exposición adquirida por el museo ficticio de arte contemporáneo, que se convierte en escenario principal del largometraje. Un recuadro de contorno blanco se sitúa en la plaza frente al edificio, y su creadora lo interpreta -desde un presuntuoso discurso simbólico-, como un refugio utópico en el que rigen la paz, la armonía y la igualdad. Fuera del cuadrado, todo es barbarie. Dentro, el mundo es perfecto. Y la línea que separa lo uno de otro, no solo se revela como pura convención, sino también como algo de una fragilidad terrible. La idea de frontera, de margen, de límite, se convierte en uno de los ejes contra los que The Square arremete con toda potencia. En este sentido, resulta coherente y lógica la puesta en escena de la construcción de ese límite, convertido en un recuadro blanco abierto a muchos niveles e interpretaciones. En cierta forma, Ruben Östlund traza una línea, y se pasa de la raya. El resultado es una de las películas más estimulantes y provocadoras del año.
Östlund arremete contra el arte, que es el elemento nuclear de la película, pero también contra el humor, lo políticamente correcto, las relaciones interpersonales, la hipocresía social, la egolatría… El humor corrosivo del sueco funciona como un desinfectante para destapar muchas de las miserias de la sociedad contemporánea. Como si hubiera descubierto una herida abierta, incide una y otra vez, metiendo el dedo en la llaga, pero siempre bajo el paraguas de la comedia. The Square es una película del absurdo que expone el drama de la vida o, si se prefiere, un drama que expone el absurdo de la vida.
En otro gesto provocador, para instalar ese recuadro convertido en una peculiar zona cero, una estatua ecuestre que ocupa el lugar tiene que ser retirada, con tan poca fortuna que, en pleno proceso, uno de los arneses se desprende y la figura resulta fulminantemente decapitada. La declaración de intenciones resulta tan elocuente como efectiva para plantear el tono que tiñe toda la película: con ese corte limpio que, a través de la improvisada guillotina, anula cualquier posibilidad de una historia (del arte) para dar lugar a un orden completamente nuevo.
Estas breves escenas son solo una pequeña muestra de la gran cantidad de situaciones -a veces articuladas en forma de gags- que atraviesan la última ganadora de la Palma de Oro. Como ya hiciera con Play (2011) y el bullying, o con Fuerza Mayor (2014) y la estructura familiar enfrentada a la catástrofe, Ruben Östlund se adentra esta vez en el territorio controvertido, complejo y lleno de matices del arte contemporáneo. Un pretexto que sirve al director para proponer una virulenta sátira social. Decir que The Square es una obra de arte sería, tal vez, caer precisamente en una de las trampas de la película, pero sin duda nos encontramos ante un objeto interesantísimo, lleno de cinismo y humor ácido, capaz de trasladar la risa del espectador hasta el terreno de lo incómodo, siempre hurgando en la herida de la crisis de valores y la decadencia del mundo occidental. De lo mejor del año.
THE SQUARE
Dirección: Ruben Östlund.
Intérpretes: Claes Bang, Elisabeth Moss, Dominic West, Terry Notary.
Género: comedia. Suecia, 2017
Duración: 142 minutos.