Nuestro respirar conjunto y el consolador de arnés

Santiago Alonso 


El debut en el largo del reputado cortometrajista Esteban Crespo establece un fuerte parentesco con una manifestación poética muy en boga durante los últimos años: Amar nos remite a la producción lírica de la llamada Generación Redes o Generación Smartphone. Es decir, la obra de quienes follan la boca a besos mientras no paran de usar las redes sociales, que sueltan impulsos prosaicos de estupor amoroso-existencial a la manera de un tuitero molón o un adicto a los selfis.

La sensibilidad relamida y la pose sonrojante que encontramos en los poemarios de esos autores también definen la crónica del amor fuera de lo habitual que protagonizan Laura y Carlos, dos adolescentes que viven lo suyo muy intensa y trascendentalmente, rozando lo maníaco. Nada más comenzar el filme, por el cumpleaños de él se regalan a sí mismos un consolador con arnés para que el chaval sea desvirgado analmente por su amada. Y el mayor éxtasis emocional lo alcanzan repitiéndose la frase «Me encanta respirarte». La afectación y la caída en el ridículo a la que pueden llegar estas intensidades, cuando solo hay una mezcla de grave seriedad y fachada, muestra aquí ejemplos palmarios. Veremos que la premisa de la utilización del juguete sexual solo está al servicio de una filmación blanca y etérea (¡para qué adentrarse en indagaciones sustanciosas sobre el deseo y los placeres de la carne si puedes vender tan solo una bella imagen y hacerte el guay!), mientras que la respiración mutua se acaba explicitando con dos máscaras antigás, unidas mediante un tubo, que la pareja se coloca sin rubor alguno en una cafetería, entre quienes meriendan o toman un café tan tranquilos.

Pero más allá de exponer estos y otros arrebatos, lo que Crespo pretende es articularlos dentro de una experiencia del fin del amor con la que, en mayor o menor medida, cualquier espectador puede identificarse. Tal vez no extrañe, por esto último, el hecho de que sea un adulto el que pretenda bucear en aguas adolescentes, pues al fin y al cabo los derrumbes de esa felicidad y sus consecuencias no se adscriben a ningún momento concreto de la vida. De hecho, Crespo es veces buen observador, y muestra voluntad de arriesgarse. Otra cosa es, sin embargo, el nulo cuestionamiento de la educación afectiva, un signo de los tiempos actuales, que se trasluce en el modo de comportarse de los protagonistas: las dañinas relaciones de dependencia entre enamorados, la prepotencia del hombre herido y el moralismo con el que Laura juzga a su madre, más propio de una época pretérita. Imposible, así, que un consolador o un verso trascendente no sepan a otra cosa que a mera apariencia.



 

AMAR

Dirección: Esteban Crespo.

Intérpretes: María Pedraza, Pol Monen, Natalia Tena, Gustavo Salmerón.

Género: drama. España, 2017.

Duración: 105 minutos.

 


 

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.