Memoria de un genocidio olvidado


Robert Guédiguian va directamente al grano. El extenso prólogo con el que se abre Una historia de locos coloca sin mayores dilaciones la cuestión que quiere exponer el director de Marius y Jeannette: ¿puede darse algún caso en el que sí exista una justificación para el terrorismo aunque repudiemos los actos de barbarie? La justificación o no del fenómeno terrorista es una constante que lleva implícita el propio fenómeno. Y un debate donde necesariamente entran en juego circunstancias político-sociales e históricas (ocupación militar, absorción territorial y cultural, tiranía, rivalidades entre facciones…) o, como desgraciadamente sufrimos sobre todo ahora, los extremismos religiosos.

Casi como si fuera una pieza independiente, rodada en un elegantísimo blanco y negro y trasladándonos a la Alemania weimariana de 1921, dicho prólogo expone una perspectiva menos frecuente, al introducir la atroz variante del genocidio. ¿Y si un atentado es una respuesta y una venganza al exterminio de tu pueblo? Como hijo de la diáspora armenia, el marsellés Guédiguian nos está hablando de algo que conoce de sobra, y comienza contándonos el Medz Yeghern – el “gran crimen” genocida de Turquía en 1915 contra los armenios – a través de la principal acción de la Operación Némesis (1920-1922), una respuesta de castigo hacia los responsables del gobierno turco que nunca fueron juzgados y que campaban a sus anchas por Europa.

Al final de esta introducción, dos armenios que miran al futuro y sienten inquietud ante la euforia desatada entre los suyos, empiezan a proporcionar la respuesta a la pregunta. El resto de Una historia de locos la completará el director dando un salto hacia delante. El film se traslada a la Marsella de los años setenta y ochenta, al seno de una familia de la diáspora y al nacimiento del ASALA (Ejército Secreto Armenio para la Liberación de Armenia), el grupo armado contra intereses turcos, que primero será fondo de la historia y más tarde su primer plano. Aunque Guédiguian ya abordó el reencuentro con sus raíces en Le voyage en Arménie (2006), uno de sus títulos menos conocidos, ha esperado años hasta dar con la historia adecuada que le permitiera abrir la puerta a esta inquietud concreta. Y la ha encontrado en las experiencias del español José Antonio Gurriarán, víctima del atentado con dos bombas en la Gran Vía madrileña perpetrado por los terroristas del ASALA en 1980. Mientras se recuperaba de las graves lesiones en las piernas, Gurriarán se preguntó el porqué de la bárbara acción y comenzó a interesarse vivamente por la cuestión armenia. Tanto que le llevó a querer conocer y encontrar al fin a los responsables directos del atentado para hablar con ellos y darles un libro de Martin Luther King. A partir de ese momento se convirtió ante la opinión publica en tenaz valedor de la memoria de un genocidio olvidado, por vías pacíficas y no vengativas.

El núcleo ideológico de Una historia de locos emana de las vivencias de Gurriarán, que el cineasta adapta contando un atentado anterior y convirtiendo a la víctima en un joven estudiante francés. La cinta tiene, sin embargo, un desajuste de enfoques, desde el momento en que este nudo parece más una subtrama por debajo de la historia de la familia franco-armenia y la conversión en terrorista del hijo mayor. Esto imprime a la narración una irregularidad de intensidades. Las partes de descripción del grupo armado, con sus discusiones ideológicas a cuestas, resultan a veces un tanto simplonas y esquemáticas. Además, el interés por los personajes es bastante desigual, como demuestra la poca entidad dramática que acaba teniendo el trasunto de Gurriarán, o incluso el hijo terrorista, frente a la figura del padre, que representa con justeza la actitud de aquel que no olvida pero no permanece atado a los odios del pasado. Es evidente que Guédiguian no ha sacado el mejor partido al material que manejaba, aunque su largometraje cumple con la labor de continuar recordando algo que todavía permanece vergonzosamente medio oculto entre las dobleces de la conveniencia de quienes escriben la historia.



 

UNA HISTORIA DE LOCOS

Dirección: Robert Guédiguian.

Intérpretes: Ariane Ascaride, Syrus Shahidi, Grégoire Leprince-Ringuet, Simon Abkarian.

Género: drama histórico. Francia, 2015.

Duración: 134 minutos.

 


 

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