T2: Trainspotting
Mirando atrás con incongruencia Se comprueba viéndola de nuevo veinte años después: la película Trainspottting mantiene intactas las energías que animaban las andanzas de una pandilla de drogatas escoceses que […]
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Mirando atrás con incongruencia Se comprueba viéndola de nuevo veinte años después: la película Trainspottting mantiene intactas las energías que animaban las andanzas de una pandilla de drogatas escoceses que […]
Se comprueba viéndola de nuevo veinte años después: la película Trainspottting mantiene intactas las energías que animaban las andanzas de una pandilla de drogatas escoceses que apuraban la vida entre chutes de heroína y un descontrol muy cuesta abajo. Primero: luce como el primer día el ingenio bellaco y la ferocidad en un singular relato picaresco que adereza una realidad terrible con humor negro, vigor, rapidez e insolencia. Segundo: Danny Boyle demostró una gran personalidad cinematográfica cuando convirtió en imágenes – cuando aplicaba, en definitiva, una mirada propia – el texto original escrito por Irvine Welsh. Y tercero: los personajes, el protagonista Renton que interpretaba Ewan McGregor, el director y el guionista John Hodge miraban (miran todavía) de frente a los espectadores, tan de frente, que cuando menos nos lo esperábamos, colocaban un espejo donde contemplarnos, aunque fuese un instante.
En 2002, Welsh rescató a sus chicos en la novela Porno, y desde entonces se habló de hacer lo propio con la adaptación. Retomemos, se dijeron los creadores, a Renton, Sick Boy (Johnny Lee Miller), Spud (Ewen Bremmer) y al chalado peligroso de Begbie (Robert Carlyle), porque suponemos (y es mucho suponer) que siguen vivos y será divertido. ¿Será divertido? Han pasado quince años y el momento ha llegado, no sin antes dispararse muchas lógicas alertas de desconfianza. Primero: Trainspotting terminaba con la decisión tomada por Renton, la primera y última tentativa de cara al mañana, en aras de la salvación y que pasaba necesariamente por desligarse de la propia historia personal, de dejar atrás lo conocido hasta ese momento: el protagonista era Renton, y la conclusión de su historia, una manera de cerrar la estructura abierta de la obra. Segundo: durante las dos últimas décadas, Boyle se ha encargado con ahínco de neutralizar la creencia de que el cine británico contaba con una figura que daría grandes alegrías, siendo así que no anuncia nada bueno el cartel promocional de la secuela, cuando reza que la dirige quien triunfó con Slumdog Millonaire y, ya después, Trainspotting. Y tercero: ¿dónde van a colocar los responsables del film al público? ¿Cómo se pueden volver a establecer los lazos con aquel universo ficcional?
Por vía de la nostalgia, responde de la peor de las maneras posibles T2: Trainspotting, una continuación que recoge muy vagamente algún hilo de Porno y construye un festival incongruente de vuelta al pasado donde los esfuerzos se han centrado en completar huecos de las biografías de los personajes, imponer la necesidad de una redención a cada uno de ellos y dejar caer varias gotas de sensiblería convencional si hace falta. Se impone el acercamiento emotivo a unos sujetos cuyo atractivo implicaba una distancia bastante mayor. Y cualquier gusto por la sátira ha sido desterrado. Primero: se pasa a un protagonismo colectivo, plataforma necesaria para impulsar un relato bastante fraudulento de camaradería. Segundo: Danny Boyle juguetea y hace guiños que buscan complicidad al tomar como referencia escenas que quedaron en las retinas — el váter inmundo, la carrera y el rostro de un MacGregor alucinado delante del coche que casi lo atropella, la reacción a los chutes– mientras imprime un ritmo paquidérmico a las secuencias, aparte de plantar sus característicos planos aberrantes para demostrar, ¿lo veis que sí?, que esta película la hace Danny Boyle. Y tercero: nadie nos viene ya de frente: los responsables y los personajes se han colocado al lado de los espectadores, como buenos amigos que colocan el brazo sobre nuestro hombro y nos ayudan a caminar. Como si hubiéramos sido nosotros quienes hubiéramos perdido el paso.
En 2014, la BBC entrevistó a Irvine Welsh y este declaraba que durante las reuniones con el equipo creativo habían quedado todos en no echar basura sobre el legado de la primera, y sí en hacer algo fresco y contemporáneo. Pues T2: Trainspotting es el triste resultado, con cada secuencia peor que la anterior. Parece la secuela de otra versión de Trainspotting, una que no se rodó en su día. Una versión domesticada, indolora e insípida.
T2 TRAINSPOTTING
Dirección: Danny Boyle.
Intérpretes: Ewan McGregor, Jonny Lee Miller, Ewen Bremmer Robert Carlyle.
Género: drama. Reino Unido, 2017.
Duración: 117 minutos.