Blood Father

Redención ‘on the road’

Parece una película con el actor Mel Gibson al máximo de sus posibilidades y volviendo a ponerse en primera línea de cartel. Y efectivamente, resulta eso mismo. Parece un policiaco de acción de serie B. Y lo es en buena medida, aunque contenga a la vez otras trazas, como la mecánica de una road movie y los ramalazos wéstern con un lejano aire a lo John Ford. Por último, parece una producción made in USA. Y pese a que los paisajes fronterizos del sur californiano sean reales, que los miembros del reparto y el equipo tengan la nacionalidad estadounidense, en realidad viene con marca de fábrica francesa. Blood Father está dirigida por Jean-François Richet ㅡdirector parisino cuya presteza con el género de tensión pistolera le llevó a trasladarse a Estados Unidos en 2005 para perpetrar el remake de Asalto a la comisaría 13ㅡ y en ella aplica una especie de barniz ético foráneo a los personajes, las temáticas y los alientos propios de los thrillers que tratan la América más desviada del celebrado sueño.

Desde el principio, al hilo de un relato de huida a través de carreteras secundarias, con conflicto paterno-filial como núcleo y un mensaje sobre sacrificio y redención, Richet se dedica a ejercer de europeo que señala con el dedo las incongruencias y falsedades de la moralista sociedad que retrata. Sin embargo, una vez enunciados, los juicios y los tics que no van mucho más allá. El único rasgo distintivo en Blood Father es una mirada que se centra en el catálogo de individuos que pueblan los márgenes, estableciendo dos categorías bien diferenciadas: quienes trabajan ㅡno importa si fueron convictos o adictos, si su curro apesta o carecen de papelesㅡ y quienes delinquen con violencia. Y ya, no hay nada más.