Team America
En 2013 ocurrió toda una conmoción entre los sectores más conservadores de la crítica de cine: Dolor y dinero, la película que básicamente demostraba que todo aquello con lo que se había hecho chanza del cine de Michael Bay –los personajes acartonados, los diálogos imposibles, las situaciones absurdas…– no respondía a una incompetencia de ningún tipo, sino a una actitud autoconsciente y premeditada. De pronto, el director de la saga Transformers (2007–) compuso una comedia negrísima y finísima en las cloacas del sueño americano, con un discurso que podrían haber suscrito los hermanos Coen, una fractura total en una filmografía hasta entonces situada en un cosmos donde la ironía no existía y el sentido del ridículo tampoco: se hizo evidente para muchos, de esta manera, que siempre hubo una inteligencia detrás de todo, que a lo mejor toda esa apuesta por lo decididamente idiota era su código para el gran espectáculo. Pese a su mala prensa, hay un momento del clímax de Transformers. La era de la extinción (2014) que el escritor de estas líneas prefiere a cualquiera de otra película actual con una filosofía antagónica como es Deadpool (Tim Miller, 2016): un robot gigante del bando bueno, tras irrumpir en Hong-Kong a lomos de una especie de samuráis robóticos a los que ha convertido en dinosaurios después de pegarlos, arranca la cabeza a un robot gigante malo y, en primer plano, exclama “¡Honor hasta el fin!”. Mientras en Deadpool una locura de este calibre se hubiera visto aligerada por comentarios sarcásticos sobre lo absurdo del argumento, en el Universo Bay es una maravilla perfectamente normal, desacomplejada, más grande que la vida, que va absolutamente en serio y por eso, en el fondo, es más irreverente.
13 horas: Los soldados secretos de Bengasi se trata del trabajo más rotundamente político del cineasta hasta la fecha, aborda un suceso real delicado y llega no por casualidad en un año también muy delicado como es 2016, en el que Estados Unidos elige al nuevo presidente. No son difíciles de imaginar las simpatías ideológicas de alguien como Michael Bay, y en ningún caso deberían ser un motivo para mirar su obra con peores ojos, pero inquieta que la opción elegida en esta ocasión por el director para contar una historia así, con esas implicaciones, no haya sido la de la inteligencia (tono cínico aparte) de un Dolor y dinero, sino la del cerebro cero de un Transformers o un Armageddon (1998). 13 horas es una película propagandística y un acto de campaña en toda regla.
Y la realidad es que, como muchas otras películas propagandísticas a lo largo de la historia, 13 horas es estupenda, casi dos horas y media de emociones por las nubes y acción frenética que se pasan volando, presididas por un admirable sentido de la diversión. Incluso es sofisticada: de la autorreferencia temática a Pearl Harbor (2001) a las ratas copulando de Dos policías rebeldes II (2004) –aquí ovejas y conejos–, pasando por esa subida al nivel más exasperante de todos sus rasgos identitarios (patriotismo, camaradería machuna, flashbacks familiares, frases o gestos ‘leit motiv’ rayanos en la parodia), bien podría defenderse que Michael Bay ha logrado aquí su equivalente personal al 8½ (1963) de Fellini. Ahora bien: esa concepción de la diplomacia que encierra el increíble “¡A ver si tu país se aclara de una puta vez!” que un marine despacha a un libio con motivo del asedio a la embajada americana, o las cuatro (c-u-a-t-r-o) ocasiones en las que John Krasinski –ay, ¡lejos quedó el entrañable Jim de The Office (Greg Daniels, 2005–2013)!– verbaliza lo maltratadas que están las tropas por los recortes en Defensa y lo poco que le importan a la Administración Obama/Clinton, o el bochornoso plano final de la bandera estadounidense hundida en el agua, dan mucho que pensar sobre el calado moral de esta propuesta disfrazada de pasatiempo palomitero. Efectivamente, Bay no es tonto, pero a juzgar por sus estrategias debe pensar que sus compatriotas sí.

13 HORAS: LOS SOLDADOS SECRETOS DE BENGASI
Dirección: Michael Bay
Guion: Chuck Hogan
Intérpretes: John Krasinski, James Badge Dale, David Denman, Pablo Schreiber, Max Martini, Freddie Stroma
Género: acción. Estados Unidos, 2016.
Duración: 144 minutos.
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Graduado en Periodismo, estudiante de Comunicación Audiovisual, y, a pequeña escala, director y guionista de cine. Escribí en La Gaceta del Kinántropo. Cantar en un grupo de punk y rodar un cortometraje de kung-fu donde un caballo explotaba pasa por ser, de momento, lo más reseñable de mi vida.