Papá o mamá (Papa ou maman)

Con el otro y sin mí

A cada una de las siguientes preguntas podría corresponderle una película diferente. La clásica «a quién quieres más, ¿a papá o a mamá?», constituiría el punto de partida de un drama (o también una comedia) de tintes psicológicos donde el protagonista sería alguien que se debate entre las dos figuras de sus progenitores. «¿Te quieres quedar con papá o con mamá?» valdría para un melodrama (o también una comedia) en la cual todos, padres y vástagos, sufrirían las consecuencias de la separación, probablemente con traumáticos conflictos por la custodia de por medio. Y, retorciendo el asunto, después estaría algo similar a «¿no te parece mejor quedarte con mamá, que conmigo estarás fatal?», en caso de que preguntara el uno; o viceversa, «¿no te conviene más irte a vivir con papá, que yo de veras te lo haré pasar mal?», si lo planteara la otra. Bajo esta premisa tan particular se desarrollaría una comedia de divorcios tirando a muy bruta (o un drama sobre la desquiciada realidad). Quitemos el condicional, pues ya existe. Es precisamente la francesa Papá o mamá, que dirige Martin Bourboulon y han escrito los autores de teatro Alexandre de La Patellière y Matthieu Delaporte, dicha comedia: en ella, un matrimonio se separa, y tanto él como ella procuran con ahínco dejar a la expareja el cuidado de la prole.

Ahí van buenas raciones de guerra psicológica, con putadas cada vez más gordas y enfrentamiento a tortazo limpio al final. La madre y el padre que interpretan Marina Foïs y Laurent Laffite son los auténticos protagonistas de una historia de separación —los hijos quedan en un segundo plano, ajenos en realidad a un conflicto humano propio de los adultos— que hila bastante más fino de lo que parece a simple vista, sobre todo en cuanto a la radiografía que presenta de los aspectos menos buenos que surgen en los entresijos de una pareja duradera, dentro de un proyecto común ya de muchos años. Con un precedente casi imposible de eludir como es La guerra de los Rose, al menos en el recuerdo del espectador, Bourbolon y sus guionistas prueban además, en difícil equilibrio, sumarle unos peculiar toques románticos a esta historieta de luchas encarnizadas. Hay momentos en los que casi parece que los añadidos le harán perder pie a la película, pero eso no sucede, añadiéndole mérito a una comedia razonablemente bien llevada y mejor concluida, como demuestran el final, al cual es difícil ponerle objeciones, y la última chispa que desprende.