Recoger la realidad: método e imprevisibilidad
Evitando las reconstrucciones ficcionales, hacer relatos autobiográficos en cine (o contar episodios de personas con quienes se tiene implicaciones muy directas) es probablemente uno tipo de proyecto en el que muchos documentalistas hoy día están viendo sugerentes posibilidades (y dificultades). Constituye, desde luego, una elaboración artística entre forma y contenido que algunos se ponen como meta o, al menos lo asumen como método, para alcanzar parcelas seguramente imprevistas de la creación. La tendencia contrasta con su práctica equivalente en las letras, pues a través la escritura las personas han desarrollado desde hace siglos y de manera natural el género memorialístico, la crónica diaria personal o la autobiografía en sus variadas intenciones. Y aunque el documental cinematográfico sea un medio que ahora cobra una relevancia particular para conseguir ese propósito, en realidad ya venía dada con la propia naturaleza del género, en cuanto que algunos de sus mejores ejemplos a lo largo de la historia del cine han nacido de la tensión entre la subjetividad de quien mira y la historia que recoge de la «realidad». Una primera razón a la que se une una segunda: la constatación de la viva manifestación contemporánea de su concepto —el gusto por el juego entre lo que es mentira y es verdadero, la búsqueda de la esencialidad o de la pluriexpresividad, la contaminación con otros lenguajes, etcétera— convierten el documental en una opción expresiva fascinante, rica en potencialidades.
Y fascinantes, ricos y repletos de recorridos y profundidades, resultan los setenta minutos de O futebol, el fabuloso largometraje de Sergio Oskman, brasileño con residencia en España que ya había sorprendido con los cortos Apuntes sobre el otro y A Story for the Modlins. Su premisa es el encuentro en Brasil entre Sergio y su padre Simão, tras dos décadas de separación y bajo la excusa del Mundial de fútbol celebrado en 2012. La estructura narrativa se ajusta al calendario de partidos y a la captura de los momentos que pasan juntos quienes tienen bastante de desconocidos pese al parentesco, sumándose al conjunto muestras del naufragio de Simão como persona. Nada más. Y nada menos, pues el desarrollo —el método— y la imprevisibilidad de la aventura cinematográfica, unida a la de la vida, hace que las dimensiones de O futebol se expandan por sorpresa y el espectador descubra que se halla ante una obra inesperada e apasionantemente mayor.
Triunfo total de la narración a través de la sencillez y la eficiencia en la organización de las secuencias, el filme contiene tanto en tan poco tiempo — provocando reflexiones y sentimientos muy intensos, amén la incomodidad que puede generar que a uno le estén contando la intimidad de otros— que esta corta reseña señala sólo dos aspectos que entusiasmaron a quien la teclea. Primero, la reveladora concepción simétrica de muchos planos y las heladoras anticipaciones que despiertan su vaciado. Y segundo, la capacidad para extraer metáforas de lugares ocultos, como, por ejemplo, del simple plano detalle de un crucigrama. Se vuelve y se volverá a O futebol para continuar desentrañando tanto su contenido como las emociones que provoca. Genera las ganas de hacerlo, como sucede con muchas grandes obras cinematográficas.
O FUTEBOL
Dirección: Sergio Oksman.
Intérpretes: Simão Oksman, Sergio Oksman, Aílton Braga.
Género: documental. España, 2015.
Duración: 70 minutos.