Parodia y empoderamiento

Santiago Alonso 


Escasos años después de su nacimiento, nada más empezar los años sesenta, el relato de espías según la marca James Bond generó, aparte de todo un filón de imitaciones, su correspondiente burlón y a veces desaforadamente cómico. Abundan los ejemplos, desde la parodia del mismísimo personaje creado por Ian Fleming (Casino Royale, 1967), hasta los gozosos cachondeos que se facturaban durante el esplendoroso periodo de las coproducciones —con títulos tan a reivindicar como la italo-españolada Kiss Kiss… Bang Bang (1966). Es una operación que han rescatado las sucesivas tendencias humorísticas a lo largo de las décadas, hasta llegar a un 2015 en el que coinciden dos propuestas de dicha temática pero muy diferente signo.

A principios de año Mathew Vaughn presentaba Kingsman: servicio secreto, una comedia de acción cuyo interesante y continuo cuestionamiento del género por parte del villano, verbalizando sus características rutinarias cada vez que aparecía en pantalla, no salvaba un intento de parodia que parecía sentir un extraño rechazo por los deleites del eurospy. Y ahora Paul Feig presenta Espías, también con una firme vocación de entregarle al público escenas de tensión y peligro genuinos, pero sin miedo a abrazar los chistes a costa del universo bondiano y, sobre todo, aplicando un modelo de comedia mejor definido.

La trama desarrolla de nuevo la premisa que guiaba los dos largos previos de Feig, la estupenda La boda de mi mejor amiga (2011) y la imperfecta pero muy apreciable Cuerpos especiales (2013), que no es otra que traspasar un protagonismo estricta y genuinamente femenino a unos modelos de películas que han albergado casi en exclusiva arquetipos masculinos. O lo que se traduce en un planteamiento de relato que tiene por objeto la amistad entre mujeres sin que medie mirada condescendiente del hombre o mero propósito ridiculizador. Si la primera se llevaba a cabo dentro de la comedia con sello Apatow, la segunda jugaba a darles a las protagonistas los roles de una pareja de policías según marcan los cánones de la buddy-movie. Un terreno fecundo para proseguir lo ofrecen por tanto las películas de espionaje, que desde su concepto se han conjugado en torno al masculino singular.

La gran Melissa McCarthy interpreta a un miembro de la CIA que jamás ha cumplido una misión fuera de las cuatro paredes de Langley y se limita a ser la ayudante en la sombra del superagente que interpreta Jude Law, perfecto ejemplo de efectividad en su trabajo y de vanidad cuando activa el papel de galán. MacCarthy ejerce de guardiana y salvadora del espía estrella, siempre al otro lado del pinganillo y armada con todos los recursos informáticos habidos y por haber. Sin ella, él no seguiría vivo, pero lo que debería entenderse como vínculo laboral de tú a tú, de coordinación entre ambos, se considera por todos una subordinación de la mujer respecto al hombre. Hasta que un día las circunstancias obligarán a la agente a superar inseguridades y desconfianzas con el objetivo de derribar los prejuicios de los demás, ya sean sus superiores o compañeros medio tarados como Jason Statham.

El engranaje de Espías intenta conjugar parodia, acción e historia de empoderamiento femenino. En líneas generales el resultado del trabajo de Feig se queda dos o tres pasos más atrás respecto a sus cintas precedentes, entre otras razones porque el libreto no resulta ni de lejos tan brillante como el que escribieran Kristen Wiig y Annie Mumolo para La boda de mi mejor amiga. La caricatura y la adrenalina no destacan en ningún momento —hay, eso sí, una divertida pelea al estilo hongkonés—, aunque es partir de la segunda mitad del metraje, al representarse en pantalla las relaciones de amistad, conflicto y solidaridad entre las mujeres de la historia —incluyendo en el grupo a la mala malísima—, cuando la cinta gana y se disfruta. Mérito de MacCarthy, a quien flanquean una Rose Byrne a la que le encanta, para alegría de la platea, apuntarse a estos bombardeos, y la inglesa Miranda Hart, una cómica de raza que debuta en la industria norteamericana tras haber demostrado su talento en Miranda, su propia sitcom para la BBC. El trabajo de las tres destaca por encima del resto.


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ESPÍAS

Dirección y guion: Paul Feig.

Intérpretes: Melissa McCarthty, Rose Byrne, Miranda Hart, Jason Statham y Jude Law.

Género: comedia. Estados Unidos, 2015.

Duración: 120 minutos.

 


 

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