Y una narración secreta

Santiago Alonso 


Yoji Yamada es el director de la célebre Tora-san, la serie cinematográfica protagonizada por un mismo personaje, siempre interpretado por un mismo actor, más extensa de la historia. Tras acabar el ciclo con la película número cuarenta y ocho en 1995 (la primera se estrenó en 1966), y haber rodado otras entre medias, Yamada continúa al pie del cañón, agrupando sus películas por temas, como en la trilogía de Los Samuráis que forman El ocaso del samurái (2002), La espada oculta (2004) y El catador de venenos (2008). Lo mismo sucede con sus últimas obras: les une una mirada que vuelve a la época de su juventud, el país de los convulsos años treinta y cuarenta. No son ejercicios de nostalgia por parte del octogenario realizador, sino operaciones conscientes para observar el presente, que es igualmente una época repleta de incertidumbres respecto al futuro, a través de las concordancias con el pasado. Kabei: nuestra madre (2008) relataba la abnegación de una mujer víctima, como tantísimas otras, de la locura belicista durante los años de la Segunda Guerra Mundial. Y Una familia de Tokio (2013) aportaba impecables análisis socioeconómicos y morales de un Japón post-Fukushima, mientras homenajeaba a la gema de Ozu Cuentos de Tokio (1953). Ahora con La casa del tejado rojo, adaptación de la novela de la escritora Kyoko Nakajima, prosigue con un melodrama familiar el juego de confrontar el hoy y aquel ayer tan concreto en el tiempo .

Takeshi visitaba con frecuencia a la fallecida tía abuela Taki, una mujer huraña que apenas se relacionaba con el resto de familiares. Entre los dos había mucho cariño. La anciana le permitía al joven leer los cuadernos donde rememoraba sus días de criada con la familia Hirai a las afueras de Tokio. Mediante flashbacks, la película contará la época previa al descalabro bélico, unos años que se caracterizaron por la euforia y el despreocupado estado del bienestar a costa de buenas dosis de  inconsciencia y ceguera. Las informaciones sobre masacre de Nankin o el bombardeo de Pearl Harbour convivían con las novedades de la moda textil, de un comercio a nivel nacional que florece y de un imperio ante el que se repite con insistencia que hay que sentir orgullo. Por todo eso y sin remedio, cualquier drama, aun siendo doméstico, tal y como resulta el que viven los protagonistas de éste en concreto, compartirá su honda sustancia con ese clima tan particular.

Con el esquema característico que hilvana episodio a episodio los momentos de juventud de un personaje, la película se bifurca en dos tipos de relato. El primero es el melodrama tipo, una historia de adulterios de clase media bajo una elegante fotografía muy años cincuenta y una puesta en escena excesivamente monocorde. El segundo, la descripción del preludio a la debacle social, siempre con una nota de atención a los japoneses del siglo XXI, a quienes se les recuerda que son producto de los restos del naufragio. Pero, además, y he aquí lo más valioso por encima de todo lo demás, sus secuencias se deslizan hacia una tercera narración secreta, mediante silencios y sentimientos velados, hasta una escena final de créditos donde parece confirmarse el misterio que lo explicaba todo, y aun así podría dejar la incógnita flotando en el aire. La casa del tejado rojo no solo contiene dos películas: esconde una tercera, que constituye su singularidad.


THE LITTLE HOUSE


LCDTR-cartel-A4_(2)

 

LA CASA DEL TEJADO ROJO

Dirección: Yoji Yamada.

Intérpretes: Takaku Matsu, Haru Huroki, Hidekata Yoshioka, Chieko Baisho.

Género: drama. Japón, 2014.

Duración: 137 minutos.

 


 

 

 

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.