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Día de Muertos en los Carnavales de Río

Santiago Alonso 

La visita a un museo de historia y antropología se antoja, cuando menos, un inicio poco habitual para una película de animación. Y es que El libro de la vida extrae su sustancia del folclore más vistoso de la cultura mexicana y se presenta como una adaptación para niños de las celebraciones de origen mesoamericano en torno al Día de Muertos. Un grupo escolar, bullanguero y con escasas las ganas por pasar la mañana entre vitrinas, tiene la suerte de ser conducido por una guía un tanto misteriosa al ala secreta del museo. Allí verán una explosión de colores, calaveras y flores; un mundo de tradiciones y ritos que cautivan a los chavales. No esperaban algo semejante, la curiosidad los atrapa y se quedan a escuchar un cuento: las aventuras de tres amigos por el mundo de los vivos y por dos diferentes regiones de los muertos, la Tierra de los Recordados y la Tierra de los Olvidados.

Jorge R. Gutierrez es un animador que ha desarrollado la carrera en Estados Unidos, siempre en compañía de Sandra Equihua, su esposa y coautora en los diseños de personajes. Para su primer largometraje ha recurrido a las mitologías y estéticas —también a los topicazos—  de su país natal, intentando que sean accesibles al público global. Y si alguien dijo México, Gutierrez se ha echado como socio para la producción a Guillermo del Toro, uno que se apunta a un bombardeo. Por las características del proyecto, se comprende que al director de Hellboy y El laberinto del fauno le atrajera.

La relación entre lo tradicional y lo moderno modula de principio a fin El libro de la vida. Sin duda, es en el aspecto formal donde mejor funciona la inspiración. Siendo el arte del folclore mexicano un trabajo eminentemente artesanal, Gutierrez y Equihua ponen el esfuerzo en reproducir texturas, colores y desparpajo: los personajes son muñecos de madera y se crea la ilusión de los materiales y las telas, así como los movimientos que corresponden a unas fugurillas articuladas de este tipo.

Respecto al contenido, hay dos mensajes que se intentan conjugar en esta fantasía: se debe honrar la vida de quienes nos precedieron y quisieron, pero también ser nosotros mismos a despecho de lo que impongan los otros. Pero el argumento no se hace siempre atractivo. Recurrir a héroes con medalleros sobre el pecho y a toreros, o hablar acerca de los retos entre amigos de la infancia que se disputan a una amiga como novia, no parecen seguramente las maneras más modernas y frescas. Cuando el ritmo y la narración se resienten, la película abre entonces el chorro: la sobrecarga estética inunda la pantalla y el espíritu de fiesta se aproxima a las celebraciones de un Time Square en Año Nuevo o a unos Carnavales de Río. Al igual que ha demostrado del Toro con sus películas como director, Gutierrez es un niño grande, de esos que con un juguete nuevo se divierten, divierten y divierten hasta atolondrar a los demás. Se percibe que ambos habrán hecho buenas migas.

EL LIBRO DE LA VIDA

Dirección: Jorge R. Gutiérrez.

Género: animación. EE UU, 2014.

Duración: 95 minutos.