Pasajero oculto (Shadow in the Cloud)
Una mujer contra todos Santiago Alonso En Pesadilla a 2.000 mil pies (1963), uno de los episodios más célebres de La dimensión desconocida, que estaba escrito por Richard Matheson y […]
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Una mujer contra todos Santiago Alonso En Pesadilla a 2.000 mil pies (1963), uno de los episodios más célebres de La dimensión desconocida, que estaba escrito por Richard Matheson y […]
En Pesadilla a 2.000 mil pies (1963), uno de los episodios más célebres de La dimensión desconocida, que estaba escrito por Richard Matheson y que ha tenido hasta dos versiones posteriores —la primera como segmento del filme que homenajeaba la serie, En los límite de la realidad (1983), y la segunda como el particular remake perteneciente a las nuevas temporadas que ha producido Jordan Peele (2019-2020)—, un hombre con miedo a volar veía por la ventanilla del avión donde viajaba que una extraña criatura averiaba los motores, pero nadie le creía. El planteamiento de Pasajero oculto repite más o menos la misma premisa y, como relato fantástico que es, participa de manera bastante evidente del espíritu de la mítica serie, aunque al mismo tiempo adopta nada más y nada menos unas maneras narrativas dignas de las demenciales películas de explotación italianas que tantos buenos ratos nos hicieron pasar en los años ochenta. Por un lado, al relato se le añade la leyenda de los gremlins, esos duendes malvados que, según el folclore bélico, saboteaban los aviones de la RAF durante la Segunda Guerra Mundial; y, por otro, se da un protagonismo total a una oficial que se ve rodeada de militares misóginos durante el vuelo de un bombardero pesado cuatrimotor al que acaban atacando, para más inri, varios cazas japoneses.
Para plantear y sacar adelante un mejunje de tal calibre solo se pueden tener actitudes desprejuiciadas como las que exhiben la realizadora neozelandesa Roseanne Liang y el guionista estadounidense Max Landis. Dividida en dos actos marcadamente diferenciados, uno que «saquea» sin disimulo el concepto de películas como Buried y Locke, y otro que consiste en un muestrario de fantasmadas ejecutadas por una versión femenina del arquetípico héroe de acción, Pasajero oculto funciona no solo porque las desfachateces resultan divertidas, sino porque siempre van acompañadas de apostillas críticas, bastante pertinentes, contra el machismo de los personajes. Por otro lado, esta producción tiene una intrahistoria bastante reveladora. Landis fue despedido del proyecto, también como productor, tras hacerse público que numerosas mujeres lo acusaban de abuso sexual, y Liang reescribió el guion, aunque, por reglas del sindicato de escritores, solo podía figurar Landis. Difícil saber quién incluyó determinadas partes, pero no sería raro que ciertos apuntes «rabiosos» fueran posteriores. Un aire de justicia poética parece redondear la jugada.
En suma, la película es bastante chorra, pero casi todos firmaríamos para ver siempre propuestas de este tipo con el mismo nivel. Además, solo por la secuencia final, en la que la protagonista interpretada por Chloë Grace Moretz se pone a hacer delante de los machotes supervivientes un acto naturalísimo que con dificultad encontramos en las ficciones ideadas por los hombres (¡y que incluso choca a los más retrógrados en la vida real!), ya merece la pena.
PASAJERO OCULTO
Dirección: Roseanne Liang.
Intérpretes: Chloë Grace Moretz, Nick Robinson, Beulah Koale.
Género: acción, bélico, terror. Nueva Zelanda, Estados Unidos, 2020.
Duración: 83 minutos.