La llorona
Terrores guatemaltecos Santiago Alonso Que Jayro Bustamante entiende el cine como un ámbito donde pueden confluir miradas artísticas pertenecientes a culturas diversas que, sin embargo, le llevan irremediablemente a centrar […]
Estrenos, críticas, comentarios de cine y algunas notas sobre las visiones
Terrores guatemaltecos Santiago Alonso Que Jayro Bustamante entiende el cine como un ámbito donde pueden confluir miradas artísticas pertenecientes a culturas diversas que, sin embargo, le llevan irremediablemente a centrar […]
Que Jayro Bustamante entiende el cine como un ámbito donde pueden confluir miradas artísticas pertenecientes a culturas diversas que, sin embargo, le llevan irremediablemente a centrar la mirada en lo que menos le gusta de su Guatemala natal, se demuestra con el insólito entrelazado de ingredientes folclóricos de América y Asia que emplea para dar forma y sentido a La llorona. Tras Ixcansul (2014) y Temblores (2019), película estrenada hace solo dos meses en nuestras pantallas, el director completa su trilogía sobre los agravios enquistados que padecen muchos compatriotas. La sorpresa surge al comprobar que para hablarnos sobre el genocidio maya de los años ochenta y ofrecernos una visión de los recientes juicios a sus responsables, no solo reformula la célebre leyenda hispanoamericana (con origen prehispánico) de La Llorona, sino que a su vez la enlaza con las tradicionales historias de fantasmas del Lejano Oriente, fijándose en su significado, pero también en la representación que ha establecido el cine a partir de títulos como El más allá o The Ring.
Bustamante recurre a propósito a ciertos elementos provenientes de la cinematografía japonesa, como la figura del fantasma femenino que viste un hábito blanco, lleva una larguísima melena lisa y está empapado hasta los huesos, o la atmósfera tenebrosa donde prima el color azul. Ahora bien, esto no quiere decir que intente abordar el cine de terror desde los postulados de una temática comprometida. Para él, lo fantástico, presente solo durante momentos concretos, es una mera excusa. De hecho, deja claro desde el inicio que le preocupan mucho más los horrores mundanos que los sobrenaturales, y que los segundos le sirven para sacar a la luz los primeros.
La historia en torno a la familia muy conservadora de un viejo general encausado al que, de repente, acecha La Llorona —de nuevo el alma en pena de una madre que vaga lamentándose por el ahogamiento de sus hijos, aunque en esta versión se intuye desde el inicio que no fue ella la responsable— se plantea como un extraño híbrido entre relato realista y cuento popular, donde a unas escenas netamente contemporáneas se les añaden, como si el conjunto fuera un collage visual, elementos de imaginería antropológica. Un ejemplo muy representativo lo tenemos en la secuencia de la mujer indígena que declara ante la jueza cubierta con un velo. Además, la dinámica narrativa es muy diferente a la de una película de género, y presenta una puesta en escena basada en pocos recursos expresivos, y a veces demasiado parcos. La cámara apenas se mueve y abundan principalmente los lentos zooms de alejamiento y acercamiento, y el gusto por el cuidado encuadre en planos fijos de los grupos humanos (los asistentes al juicio, los manifestantes a las puertas de la casa del general y los miembros de la familia que no pueden salir de allí).
Apuntado esto, conviene indicar que el juego con la figura de los yūrei nipones tampoco se queda en un simple juego cinéfilo para captar sin más la atención del público, y que con la vuelta de tuerca que le da a su trasfondo, Bustamante obtiene a la postre lo más interesante de La llorona. El que en principio parece un típico fantasma vengativo, poco a poco se va revelando a ojos de los espectadores y, sobre todo, de las tres mujeres de la casa (la esposa, la hija y la nieta del militar canalla) como un ser de ultratumba con otros propósitos. Sí, está enfurecida por el mal recibido mientras vivía. Pero busca justicia, no venganza. Y pretende que los familiares de los carniceros dejen de desentenderse y sean conscientes del exterminio sufrido por la etnia ixil y por tantos activistas y simpatizantes de izquierda. Esta llorona quiere que no la sepulte el olvido.
LA LLORONA
Director: Jayro Bustamante.
Intérpretes: María Mercedes Coroy, Sabrina de la Hoz, Margarita Kenéfic, Julio Díaz, María Telón.
Género: drama, fantástico. Guatemala, Francia, 2019.
Duración: 97 minutos.