Hoy viernes 30 de octubre se estrena The Propaganda Game (Álvaro Longoria, 2015), nuevo documental sobre Corea del Norte con, esta vez, todo un valor añadido: a diferencia de recientes experiencias televisivas, la película ha contado con el nada usual beneplácito de Alejandro Cao de Benós (Tarragona, 1974), único occidental que trabaja para el régimen, con doble nacionalidad y total libertad para moverse a su antojo por el país más hermético del mundo.

Acostumbrados a los rifirrafes catódicos del catalán y norcoreano con periodistas de todo signo, desde INSERTOS podemos al menos asegurar que Cao de Benós es, realmente, un hombre dispuesto al diálogo. Sorprende la seguridad con la que expone sus argumentos, indiferente al enorme impacto que muchas veces puedan causar al otro lado del teléfono (o, quizás, divertidamente consciente de ello). También es alguien que guarda las distancias: nuestros infructuosos intentos de adoptar un tono cercano mediante el tuteo colisionan una y otra vez con su uso del usted, hasta que acabamos por rendirnos. Cuesta no sentir una extraña fascinación hacia su figura, pues al fin y al cabo se trata ni más ni menos que del interlocutor del Otro, alguien que conoce al monstruo mitológico desde dentro, con un equipamiento sentimental bastante insólito: definitivamente, no todos los días se conoce a una persona que empatice con Kim Jong-un

No debería hacer falta –pero tememos que la haga– aclarar que este medio no se hace responsable de ninguna de las opiniones vertidas por el entrevistado (al margen de si las comparte o no), y que de las mismas no se ha alterado más que lo justo y necesario, pues en eso consiste la labor de transcribir: mantener la máxima fidelidad a lo expresado corrigiendo únicamente defectos espontáneos de forma, cacofonías, reiteraciones o frases que, plasmadas textualmente sin la referencia del tono, puedan resultar ambiguas al lector. Nuestra intención última en todas las entrevistas no es otra que la de constatar el punto de vista de quienes nos las conceden. Y en este caso, por supuesto, no tenía por qué ser menos.

The Propaganda Game no es precisamente un documental complaciente, pero está claro que es muy distinto a los trabajos de Jon Sistiaga o Jalís de la Serna. ¿Cree que se trata del mejor acercamiento a Corea del Norte que se ha hecho desde Occidente?

Creo que sí. También me gustó el trabajo que hizo Sargantana Voladora, una productora que trabajaba para la TV3 de Cataluña, en un episodio de una serie llamada Afers exteriors (Asuntos exteriores, en catalán) (Miquel Calçada, 2003–). El formato consistía básicamente, así como hizo TVE con Españoles por el mundo (Luz Aldama, 2009–), en buscar catalanes que vivieran en el extranjero, mostrando un poco esos países y sus tradiciones. Quizá sería el primer trabajo que se hizo sobre Corea de forma más imparcial, pero, como digo, era una serie de catalanes en el mundo; este documental, como documental propiamente dicho y accesible al público, es en mi opinión lo mejor que se ha hecho en la historia desde Occidente.

¿Entonces está satisfecho, a pesar de que el gobierno no salga muy bien parado?

Sí, desde luego, totalmente. Por eso lo he apoyado desde el principio. Creo que adopta una posición muy imparcial, que deja al espectador llegar a sus propias conclusiones y le anima a buscar más por sí mismo, y esa es la esencia de todo. Que un documental sea tan imparcial nos beneficia, porque, por una vez, rompe el monopolio de la propaganda de los Estados Unidos, que es a lo que nos tienen acostumbrados los medios occidentales.

Los otros que mencionaba antes, aparte, incluso llegaban a recurrir a música de películas de terror. 

Exacto, exacto. Documentales como el de Jalís de la Serna o el de Jon Sistiaga pretenden contar una historia de terror, con una música y un guion creados a posteriori, una vez han regresado del país, hablando de cosas que no tienen nada que ver con la realidad y que no coinciden con lo que se está viendo. Por ejemplo, el caso típico del supuesto ex-prisionero político que en realidad es un mendigo. ¿Cómo juzgas tú que esa persona fue un prisionero político, que no tiene a nadie al lado, que no está maniatado ni tiene ningún tipo de presión? La manipulación es verdaderamente extraordinaria. En el caso de The Propaganda Game, Álvaro [Longoria] desde el principio ha entrado de una forma muy aséptica, y esa para mí es la forma de hacerlo, porque si quieres ser riguroso no puedes ser un objeto de la propaganda americana ni tampoco ponerte a honrar a nuestros Líderes, como si fueras un soldado norcoreano; que él no lo es. Creo que esa perspectiva tan neutral es la clave, y a la vez desmontará muchos de los tópicos que se repiten a diario.

En el documental, se habla de una sociedad dividida entre los leales al Líder, los vacilantes (o desapegados) y finalmente los hostiles. ¿Has tenido allí contacto con algún hostil al gobierno?

No, nunca he encontrado ninguna hostilidad: ninguna protesta en la calle, grafitis, destrozo de mobiliario urbano… Por otra parte, están los americanos, que intentan justificar una invasión en Corea o motivar un cambio de sistema diciendo que existen ese tipo de clases. Esto viene normalmente de gente que trabaja para el gobierno de Estados Unidos o está asociada a él, y que en muchos casos ni siquiera ha visitado el país. Y en el documental se deja a los espectadores que crean lo que estimen conveniente, se les dan las versiones de los dos lados. Pero desde luego yo puedo asegurarle que, en veinticinco años que llevo trabajado para Corea del Norte, nunca me he encontrado con ninguna hostilidad.

Cuando empieza a acercarse a Corea del Norte tiene aproximadamente diecisiete años, ¿no?

Sí. Bueno, dieciséis.

Y en aquel momento, a sus dieciséis años, con todas las informaciones que llegan a Occidente sobre lo que ocurre allí, ¿no le da un poco de miedo?

No, nunca tuve miedo de conocer la verdad, ni de levantar el manto de misticismo y de desconocimiento que existía entonces. Lo que sí tuve fue mucha presión. Estamos hablando de los años noventa, cuando se estaba desarrollando la Perestroika y estaban cayendo los sistemas socialistas. Era el peor momento para decir en España que eras comunista, ser comunista era ser terrorista, y estaba básicamente solo. A nivel familiar, a nivel de estudios y posteriormente a nivel laboral, defender mis ideas me generó muchos problemas. Pero nunca he tenido miedo porque he querido averiguar las cosas por mí mismo. Si quieres conocer, busca por ti mismo: entonces tendrás elementos de juicio.

Leí en una entrevista que usted empezó a interesarse por el comunismo de acuerdo a una vocación de justicia social. En su opinión, ¿diría que el sistema de la idea Juche es el más justo o más perfecto que existe?

Sin duda, para Corea lo es. El Juche, como decía el Presidente Kim Il-sung (que fue quien lo creó), es para Corea, porque está basado en la historia, la cultura y el carácter coreanos; pero no es, por tanto, extrapolable a otras naciones. La cultura hispana, la cultura latina, es muy diferente y no concibe el mundo de la misma forma. De lo que se trata es de que cada nación, cada pueblo, encuentre su propia vía hacia el socialismo o el comunismo, en función de sus características. España debería buscar su propia idea Juche. En Corea, después de más de setenta años de revolución, la idea Juche continúa y es la que ha superado todos los problemas, tanto los bloqueos económicos como las amenazas militares. Así que, allí, es el ideal. En el resto del mundo, cada país debe avanzar hacia su propio socialismo. Porque sí pienso firmemente que el socialismo y el comunismo son las formas políticas más avanzadas que existen en la humanidad.

Aunque mucho de lo que se dice sobre la represión en Corea del Norte no esté demostrado, o sea quizá parte de la propaganda, usted mismo admitirá que hay penas bastante graves. ¿Está de acuerdo con esa, digamos, lógica punitiva?

Pero no es que exista algo oculto, o un sistema de penas en el sentido político. Lo que existe es una guerra abierta, una guerra de ideas. Es una batalla que se libra todos los días entre personas que abogan por un mundo de diferencias con ricos y pobres, y personas como nosotros, que solo queremos una sociedad igualitaria. Los dos modelos no pueden coexistir. O en el mundo existe una sociedad igualitaria en la que todo el mundo tiene lo que necesita, o el mundo se conforma en una sociedad desigual como en el capitalismo. En esa batalla, unos y otros utilizamos, lógicamente, la propaganda en los medios de comunicación. En Corea no se aplica una medida punitiva a quien no cree en el sistema: naturalmente, claro que de veinticuatro millones de personas habrá dos mil, tres mil o un millón que no estén de acuerdo, o prefieran otro sistema, pero deben aceptar la opinión de la mayoría. Yo vivo en España y, aunque no me guste el gobierno de Rajoy, lo he aceptado porque la mayoría de españoles lo votó. Funciona así en todo el mundo. En el caso de Corea, la opinión mayoritaria desea el socialismo. Quien opina diferente puede opinar diferente, pero, por mucho que se queje, el sistema político va a ser el mismo que ha votado la mayoría. Y así sucede.

Pero, por ejemplo, en el caso de los misioneros que fueron arrestados por introducir una Biblia en el país, ¿le hubiera parecido bien que hicieran los quince años de trabajos forzados a los que se les condenó? [Los misioneros finalmente fueron liberados en 2014, dos años después de su arresto.]

Perfectamente. En Corea hay unas líneas que se deben cumplir, cada país tiene las suyas, y allí no se permite el proselitismo. Ejemplo: una persona de ETA que aboga por una república independiente de Euskal Herria. Esta persona considera que sus acciones son un acto reivindicativo, mientras que el resto de personas lo considera terrorismo, y apoyar a ETA públicamente en España te supone la cárcel. ¿Quién tiene razón? ¿Los etarras que consideran un acto reivindicativo el hecho de matar a inocentes? ¿O el resto, que considera que es terrorismo y se les debe mandar a prisión? Pues la mayoría de la población ha decidido que es terrorismo, y no una lucha combativa revolucionaria. Es el mismo caso: en Corea no permitimos el proselitismo. Este proselitismo, además, no es religioso, es un proselitismo político. El proselitismo en algunas ocasiones trata de promocionar una religión generalmente inventada por alguien; en otras, intentar entrar en una sociedad para convencerla políticamente de que adopte una u otra dirección. Eso en Corea está vetado y prohibido, y mucho más cuando viene de agentes extranjeros que intentan minar la sociedad, en casos como el que usted cita, usando a Dios como excusa o como justificación para cortar la cabeza a otras personas. Lo mismo que está haciendo el ISIS a nivel internacional lo hacen muchos cristianos que son también fundamentalistas.

Cambiando de tema: ya que esto es una revista de cine, me gustaría preguntarle qué sabe de la famosa historia de Pulgasari (1985) y el director surcoreano [Shin Sang-ok] al que secuestró Kim Jong-il.

Puedo decir que es completamente falsa, porque conozco a los vecinos de ese director surcoreano. Este señor, que se dedicaba al cine, en verdad escapó del sur al norte. Así como hay personas de Corea del Norte que se pasan al sur por diversos motivos, hay personas de Corea del Sur que se pasan al norte. Tengo muchos amigos que lo han hecho. En este caso, este director y su pareja [la actriz Choi Eun-hee, también presuntamente secuestrada por los servicios secretos en 1978] pidieron asilo político a Corea del Norte, diciendo que no querían vivir más en el sur. La realidad era otra, y es que después de investigar se descubrió que habían escapado para evadir impuestos. Habían hecho muchas estafas, debían mucho dinero al gobierno surcoreano y les iban a encerrar en prisión. Para evitarlo, escapan al norte, piden asilo y se les concede. ¿En qué trabajan? En lo que ellos sabían, que es la producción de películas, entre ellas Pulgasari. Ellos viven como personas normales, como ciudadanos de la República, haciendo su trabajo, saliendo con sus amigos, yendo al cine… En fin, lo que hace cualquier persona en su vida diaria. Pero más tarde, como su motivo real para escapar era evitar la justicia de Corea del Sur, y allí tenían una vida más cómoda que la que teníamos en Corea del Norte en los años noventa –muy duros debido a la escasez de alimentos–, aprovechando la visita a un festival escapan y solicitan asilo en Europa. Creo que luego se pasaron a Estados Unidos. Y ahora están viviendo en otro lugar, oí que en Alemania. No van a volver a Corea del Sur porque en el momento en que vuelvan a Corea del Sur irán a la cárcel. Así que eso es lo que ocurrió: no los secuestró Kim Jong-il, vinieron ellos por su propio pie y por sus propios intereses, todo fue una motivación egoísta que luego, como buenos peliculeros, aprovecharon para crear su propia historia de martirio y decir que fueron secuestrados, cuando Corea del Norte lo único que hizo fue aceptar su petición de asilo.

[Nota del periodista: según las memorias de Choi Eun-hee, ambos volvieron a Corea del Sur en 1999, trece años después de su huida a Europa, por miedo a que no creyeran su historia y se les acusara de traición. Shin Sang-ok, de hecho, nunca pudo zafarse de esa sospecha y la única película que rodó a su vuelta, Kyeoul-iyagi (La historia del invierno, en español) (2002), todavía hoy sigue sin estrenarse. No es verdad que actualmente vivan en Alemania, puesto que el director falleció en 2006.]

Hace días publicó en Twitter unos comentarios sobre vegetarianismo, al hilo de que la OMS haya declarado cancerígenas las carnes procesadas. ¿En Corea del Norte existe una conciencia vegetariana?

No es que haya una conciencia por decisión propia, sino por tradición. Corea del Norte estuvo sometida a muchas dificultades y mucha pobreza, igual que lo estuvo España y muchos otros países, y la carne no se consumía todos los días como se hace en las sociedades modernas. ¿Por qué? Porque una vaca necesita una hectárea de terreno, cereales… Con lo que cuesta alimentar a una vaca, alimentas a un pueblo entero. En Corea la gente se ha dedicado tradicionalmente al cultivo, comía su arroz, cereales, verduras, etc., y la carne se reservaba para ocasiones especiales, así que el consumo ha sido casi vegetariano. Pero ya digo que no solo en Corea, también en muchos otros países del mundo. Solo una vez que se ha industrializado la matanza cárnica se ha pasado a producirse todos los días de forma regular.

A mí me gustaría ir a Pyongyang, ¿qué requisitos tengo que cumplir?

Básicamente querer ir. Hacemos una restricción de pasaportes: no pueden ir pasaportes estadounidenses, surcoreanos ni japoneses, porque no lo admiten las relaciones diplomáticas. Estamos en una situación especial con estos países. Pero quitando el tema de los pasaportes, en general, todo el mundo puede visitar Corea del Norte como turista. En el caso de periodistas, como es el caso suyo especial, necesitaría una autorización de otros departamentos. De forma individual, se le considera periodista y como tal no tendría un viaje turístico normal. Pero lo han hecho cientos de periodistas también, así que no supondría una mayor complicación.

Por otro lado, aunque imagino que estará usted cansado de que le pregunten por este tema, ¿de verdad fue para tanto la película The interview (Seth Rogen y Evan Goldberg, 2014)? Es decir: solo es una comedia.

El problema no está en la comedia, regularmente se hace comedia sobre Corea y Corea no dice nada; está en la ejecución de nuestro Líder Kim Jong-un. Nuestro Líder en la República es entendido por la sociedad como un padre, es una persona a la que todo el mundo estima. En la película se le representa a él, han buscado un actor que se parece a él, no es un personaje de ficción. Que en una película se plantee eliminar, y de hecho se elimine, a nuestro Líder Kim Jong-un es un insulto total hacia Corea, un desprecio a los sentimientos de los coreanos y de mí mismo, porque yo también siento una deferencia hacia él. Creo que a muy pocas personas les gustaría ver a su padre ejecutado en los cines de todo el mundo. Póngase en nuestra piel, piense en el cariño que pueda tener hacia su propio padre e imagine que le pegan un tiro o le explota la cabeza delante de todo el mundo. No es bonito. Una cosa son las bromas, que todo el mundo puede hacerlas (yo soy el primero que se ríe con cualquier tontería en Twitter), y otra es llegar a esos extremos. Si se diera el mismo caso con Su Majestad el Rey Felipe VI, u Obama, con un actor muy parecido representándolo y siendo ejecutado, le aseguro que no se permitiría proyectarlo en cines. En ningún cine. Ni en España ni en el resto del mundo.

Pero sí se han hecho películas en las que se ejecuta a presidentes. Por ejemplo, en el falso documental Death of a President (Gabriel Range, 2006) asesinaban a George Bush.

De forma indie, y en petit comité, claro que hay cosas. Al igual que hay personas que cogen, hacen un montaje y supuestamente asesinan a alguien, pero eso nunca llega al mainstream. Nunca llega al mainstream y nunca se verá en los cines como usted ha visto The interview, con millones de dólares de propaganda. Eso se quedará en algún festival de cine indie, como nuestro documental, que veremos en cuántas salas de cine puede proyectarse aun estando distribuido por Memento. Una cosa es la maquinaria de propaganda americana y las películas de Hollywood, y otra lo que uno haga en su casa, para que lo vean tres personas por YouTube. Eso siempre va a existir; ahora bien, nunca entrará en el mainstream. Nunca se permitirá una cosa tan políticamente incorrecta como asesinar a un presidente de gobierno con un actor que sea igual que él en las pantallas de cine de todo el mundo.

¿Usted ha tratado con Kim Jong-un?

Simplemente he podido saludarle. Todavía no he tenido posibilidad de estar un buen rato con él, pero sí charlar, y nos comunicamos regularmente tanto por e-mail como por carta.

¿Y cómo es en las distancias cortas?

Es una combinación entre nuestro Presidente Kim Il-sung y nuestro Líder Kim Jong-il. Es una persona muy afable, muy buen hombre, con un gran corazón y, a la vez, muy determinado militarmente. Tuvo educación militar, como oficial de caballería, y en las circunstancias más difíciles, cuando Corea estaba con la máxima presión de invasión norteamericana después de que Bush dijese que pertenecía al Eje del Mal y planeara atacar de forma preventiva. Se ha criado como militar en una etapa de dificultades, y por eso tiene las dos partes: la parte afable y muy cercana de nuestro Presidente Kim Il-sung, y por otra la determinación militar a la hora de defender el país y el sistema de nuestro Líder Kim Jong-il.

Por último, una pregunta por la que tenía curiosidad. ¿Está empadronado en España?

Sí, estoy empadronado aquí.

¿Y ha decidido a quién va a votar el 20 de diciembre?

Uf, pues no. [Risas.] No creo que haya una alternativa. Tengo que verificar si se presenta el PCPE (Partido Comunista de los Pueblos de España), que es al que más cercano estaría ideológicamente, pero no sé si va a poder: hoy en día necesitas una infraestructura bastante fuerte para poder presentarte a unas elecciones generales. Pero sí, supongo que si se presentase el PCPE votaría por él. Dudo que votase a ninguno de los partidos que, al fin y al cabo, hacen el juego al sistema, y ahí incluyo lógicamente a Podemos y a Pablo Iglesias.

Muchísimas gracias por estos minutos. No sé si querrá añadir algo más.

The Propaganda Game es el primer contacto que he tenido con el mundo del cine, y poder trabajar con el equipo de Morena Films ha sido una gran experiencia, muy diferente a los medios de comunicación de prensa con los que habitualmente trabajo, a los periodistas de televisión. Creo que el formato cine tiene una profundidad que lo hace más interesante y mucho más intelectual. Agradezco el gran interés que está habiendo: además de que ya está seleccionada en muchos festivales del mundo, esta película marcará un antes y un después a la hora de entender Corea.

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(Imágenes de The Propaganda Game cedidas por Morena Films.)

Agradecimientos a Alejandro Cao de Benós y Betta Pictures. 


La proyección en los Renoir Princesa (Madrid) de The Propaganda Game el viernes 30 de octubre a las 22,00 h. contará con la presencia del director Álvaro Longoria y de Alejandro Cao de Benós.

El sábado 31 también estarán en Barcelona, en los pases de las 20,00 h. en Cinemes Girona y de las 22,30 h. en Yelmo Icaria.


 

 

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