The Laundromat: dinero sucio
Fascinación por el dinero Yago Paris Con echar un simple vistazo a su filmografía se puede concluir con facilidad que Steven Soderbergh nunca ha querido ser un director de películas […]
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Fascinación por el dinero Yago Paris Con echar un simple vistazo a su filmografía se puede concluir con facilidad que Steven Soderbergh nunca ha querido ser un director de películas […]
Con echar un simple vistazo a su filmografía se puede concluir con facilidad que Steven Soderbergh nunca ha querido ser un director de películas redondas. Lejos de buscar el consenso entre el público, sin mostrar interés por pasar a la historia bajo la etiqueta académica de buen director y estando más movido por inquietudes personales que por dejar un legado cinematográfico sin fisuras —y sin riesgo—, el realizador de Atlanta se ha caracterizado por su capacidad para rodar proyectos de muy diversa índole, desde producciones comerciales de alto presupuesto como la trilogía Ocean’s… hasta filmes minimalistas rodados en un par de semanas con un iPhone como High Flying Bird. Poseedor de un estilo personalísimo, que no requiere de una propuesta visual recargada para dejar huella, el autor acostumbra a ofrecer trabajos que sobresalen por encima de la media de lo que se produce cada año, ya sea porque ha creado una verdadera obra de categoría o porque, aun tratándose de un proyecto menor, en algunos casos un indisimulado divertimento, cuando se tiene talento resulta difícil ocultarlo. The Laundromat: dinero sucio forma parte de este segundo grupo.
La película coproducida por Netflix, que inicialmente se estrenó en cines y ahora llega a la plataforma de streaming, narra el caso de los papeles de Panamá, el nombre con el que se bautizó a la filtración de documentos confidenciales del bufete de abogados Mossack Fonseca, con la que se destapó todo tipo de irregularidades fiscales por parte de un gran número de personas de la esfera pública mundial. El director convierte en imágenes el guion de Scott Z. Burns, uno de sus colaboradores habituales, quien adapta el libro Secrecy World, escrito por Jake Bernstein, uno de los periodistas que lideró la investigación y ganador del premio Pulitzer por la citada obra. La trama se divide en tres episodios independientes, entre los que se intercalan las intervenciones de Günter Mossack (Gary Oldman) y Ramón Fonseca (Antonio Banderas), quienes explican al público, pues hablan mirando directamente a cámara, su visión del asunto.
El capitalismo es uno de los temas favoritos del responsable de Erin Brokovich, y en esta ocasión queda patente su fascinación por un suceso tan abrumador y flagrante como apasionante en su análisis. Soderbergh parece disfrutar a cada instante de metraje en la juguetona recreación de situaciones cuyo poso es, en realidad, la tragedia y la infamia, por momentos dando la impresión de que frivoliza en exceso sobre las repercusiones de lo sucedido. El realizador no esconde sus intenciones, de ahí que realmente no desentone su discurso excesivamente enfático —especial mención al virtuoso pero algo obvio plano secuencia final— en torno a cómo lo que sucedió en realidad no debería sorprenderle a nadie, habida cuenta del mundo donde vivimos, con especial mención a su propio país natal. Todo queda claro desde el primer segundo de narración: la seriedad queda fuera de la sala, el principal motor de esta producción es la diversión. Quizás la única pregunta que realmente habría que plantearse, una que tiene verdadero calado y que coloca a The Laundromat: dinero sucio en una escala superior de interés —en este caso, metatextual—, tal vez sea la siguiente: ¿puede ser que el tono del relato, frívolo aunque crítico, sea fruto de que Soderbergh está en el fondo tan fascinado por estos maquiavélicos personajes que no puede evitar admirarlos?
THE LAUNDROMAT: DINERO SUCIO
Dirección: Steven Soderbergh.
Reparto: Meryl Streep, Gary Oldman, Antonio Banderas, David Schwimmer, Alex Pettyfer, Will Forte, James Cromwell, Matthias Schoenaerts.
Género: drama. sátira. Estados Unidos, 2019.
Duración: 95 minutos.