Mancillar la belleza
Yago Paris
Francia, 1993. Jacques (Pierre Deladonchamps) y Arthur (Vincent Lacoste) se conocen por casualidad en un cine. Desde el primer cruce de miradas saltan chispas entre ellos. El primero es más de una década mayor que el segundo, y cada uno se encuentra en un momento vital totalmente diferente —las responsabilidades de la edad adulta frente a la libertad de la juventud; el desencanto de lo que se ha vivido frente a las ilusiones de lo que está por acontecer—, pero nada impide que nazca un pasional amor. Otro asunto bien distinto es que la relación tenga futuro. Los dos protagonistas se quieren y se desean con todas sus entrañas, pero a principios de los noventa el sida se interpuso en las vidas de muchos homosexuales como los que protagonizan Vivir deprisa, amar despacio. Christophe Honoré, el director y guionista de la película, se ha propuesto narrar la intimidad de un amor imposible entre una persona que se quiere comer el mundo y otra que está cansada de vivir como un enfermo de sida.
El autor de Las canciones de amor no se deja nada en el tintero a la hora de construir el relato, apoyándose en la máxima de que es mejor pasarse de frenada que quedarse corto. Se trata, pues, de un ejercicio narrativo donde la intensidad es la principal protagonista, y un resultado descompensado se convierte en su inevitable escudero. Honoré cautiva y desconcierta por momentos, en algunos casos logrando brillantes escenas que exudan erotismo por los cuatro costados —atención al encuentro sexual nocturno entre desconocidos en un aparcamiento, o a la primera noche que pasan juntos los dos protagonistas—, y en otros casos estirando el metraje con subtramas que conducen a poca cosa —la relación entre Jacques, su hijo y su ex-mujer; la relación de Arthur con su novia y sus amigos. Sin embargo, en el cómputo global se impone la capacidad del realizador galo para captar la esencia de cada detalle, plasmar en qué consiste la intimidad en la pareja, y, en última instancia, inundar los fotogramas de emociones. Aunque para ello descompense su relato, aunque para ello la cinta jamás pueda ser redonda. Ni falta que hace, porque en algunos casos, como sugiere el propio Jacques, para alcanzar la belleza hay que mancillarla.


VIVIR DEPRISA, AMAR DESPACIO
Dirección: Christophe Honoré
Reparto: Vincent Lacoste, Pierre Deladonchamps, Denis Podalydès, Rio Vega, Willemijn Kressenhof, Adèle Wismes, Clément Métayer
Género: drama romántico. Francia, 2018.
Duración: 132 minutos.
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Crítico cinematográfico en pleno máster en Teoría del Cine. Escribo en los medios digitales Revista Insertos y Cine Divergente. También reflexiono sobre cine en el podcast Críticas Sobre La Marcha.