Formentera Lady

Ulises y su banjo

«Aquí Ulises quedó encantado por la magia de Circe / aún está su perfume, su embrujo». Estos versos de Formentera Lady de King Crimson, el primer tema de Island (1971), uno de los elepés menos celebrados de la formación, caracterizan perfectamente la esencia del protagonista interpretado por José Sacristán en la película que ha tomado como título el mismo de la canción: un músico que un día, allá por los años setenta, se enamoró de la isla balear y abandonó todo, familia y carrera de prestigioso instrumentista rock, siguiendo el impulso de abrazar definitivamente el sueño contracultural e instalarse ad eternum en el paraíso, con la única compañía de su banjo. ¿Hippie irredento o alérgico patológico a las responsabilidades con los suyos? He aquí la cuestión, también el conflicto que anima el largometraje. Ya lo decía la pieza musical: «No afrontaré ningún reto mientras el sol brille».

El actor Pau Durá debuta detrás de la cámara proponiendo una historia sencilla y cálida, irónica pero plenamente afectuosa con sus personajes, de esas cuya sinceridad despierta una simpatía natural en el espectador. Al ser consecuente de principio a fin con el planteamiento y, además, haber abordado una indagación en aspectos subterráneos de la historia cultural patria, el director tiene ya ganada una parte importante de la apuesta. Sin embargo, la plena conciencia de tener como motor principal a un poderoso Sacristán, que domina la adustez refunfuñona a las mil maravillas, tal vez ha provocado que este menos es más de Durá se haya quedado corto en algunos aspectos y que se eche en falta mayor concreción narrativa y tonal. Con todo, Formentera Lady, un sagaz relato sobre la soledad y sus daños colaterales, anuncia el nacimiento de un cineasta a quien debemos seguir la pista.