Jupiter’s Moon
Salir volando Daniél Pérez Pamies El premio a Jupiter’s moon como mejor película en el último Festival de Cine de Sitges llegó, no sin cierta polémica, por “mezclar fantasía con un […]
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Salir volando Daniél Pérez Pamies El premio a Jupiter’s moon como mejor película en el último Festival de Cine de Sitges llegó, no sin cierta polémica, por “mezclar fantasía con un […]
El premio a Jupiter’s moon como mejor película en el último Festival de Cine de Sitges llegó, no sin cierta polémica, por “mezclar fantasía con un tema tan actual”. Ese tema al que se hacía referencia, no es otro que el de la crisis de refugiados a la que se enfrenta el mundo contemporáneo, en esta ocasión trasladada a una hipotética Hungría de ciencia-ficción.
Kornél Mundrucz filma de forma convencional una irregular película de persecuciones, con todos los tics del peor cine de acción hollywoodiense. El resultado es una obra larga y tediosa, en la que el milagro y la redención llegan tan tarde, que apenas pueden sostenerse. Paradójicamente, el hundimiento del relato funciona, a medida que avanza, casi como un reflejo invertido del ascenso de su protagonista, Aryan Dashni (Zsombor Jéger), que desarrolla dos superpoderes: manipular la gravedad (y, por ejemplo, levitar) y mantener la cara de estupor durante dos largas horas.
La cuestión del vuelo permite a Mundrucz encontrar una serie de soluciones visuales en las que detenerse y recrearse, pero no consigue levantar el conjunto de la película. Todo comienza con una espectacular huida de inmigrantes hacia el interior de Hungría. Primero en barcas, después corriendo a través del bosque. Siempre bajo el asedio de los militares fronterizos. Casi accidentalmente, en mitad del caos, Dashni es abatido para volver al poco tiempo a la vida, tras una ascensión que revela al espectador su peculiar superpoder. Todas las lecturas simbólicas se activan en ese instante, y se abre un amplio espectro de posibilidades: que se trata de un ángel, que entre los refugiados puede encontrarse el nuevo Mesías o que tal vez éste ya ha aparecido y occidente lo ha asesinado. A partir de ese momento, Dashni es perseguido – de manera un poco torpe – por el malvado László (György Cserhalmi), responsable de los primeros disparos.
Cuando Alfonso Cuarón dirigía Hijos de los hombres (2006), la ciencia ficción le permitía reflexionar sobre el presente partiendo de un futuro distópico. La película de Mundruczó, que evidentemente se mira en la de Cuarón no solo desde una perspectiva estética y temática, sino también de puesta en escena (con esa cámara en seguimiento constante sobre los personajes), utiliza el paraguas de la fantasía para potenciar una suspensión de la realidad que no termina de encajar. Al final, el vuelo de su protagonista parece lo más creíble de todo el relato. Y aquí está el problema: si lo que se pretende es filmar un milagro, ¿qué sentido tiene el marco de la ciencia ficción? El milagro en la película de Cuarón, o en otras propuestas como Blade Runner 2049, es hacer posible algo imposible: un nacimiento, por ejemplo. Pero, ¿por qué Jupiter’s Moon traslada su milagro a un escenario de ciencia ficción? ¿Es que en un plano realista sería más fácil ver a alguien levitar? ¿O es que necesita de la fantasía para poder hablar de Europa desde la alegoría más evidente? La cuestión no es que la gente mire o deje de mirar al cielo, como proclama explícitamente uno de los personajes de la película de Mundruczó, y menos en una época en la que los superhéroes están eclipsando el sol. La cuestión, tal vez, es el cansancio de ver el mismo relato, las mismas persecuciones de coches, los mismos personajes llenos de clichés… en definitiva, lo mismo de siempre y, además, peor. Tal vez el superpoder de Dashni no sea tan absurdo: ojalá yo mismo hubiera podido salir levitando de la sala.
JUPITER’S MOON
Dirección: Kornél Mundruczó.
Intérpretes: Merab Ninidze, Zsombor Jéger, Mónika Balsai, György Cserhalmi.
Género: cinecia-ficción, drama fantástico. Hungría, 2017.
Duración: 123 minutos.