Abracadabra
Mentalismo de extrarradio Santiago Alonso En la inmensa Las noches de Cabiria (1957) se encuentra uno de los mejores números de hipnotismo que jamás se hayan rodado en la ficción. […]
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Mentalismo de extrarradio Santiago Alonso En la inmensa Las noches de Cabiria (1957) se encuentra uno de los mejores números de hipnotismo que jamás se hayan rodado en la ficción. […]
En la inmensa Las noches de Cabiria (1957) se encuentra uno de los mejores números de hipnotismo que jamás se hayan rodado en la ficción. Planificada de manera magistral por Fellini, la secuencia transcurría en un teatrillo de variedades de extrarradio, donde veíamos cómo la desdichada protagonista entraba de veras en trance ante un público burlón y bullanguero. La aparición de un incorpóreo enamorado ponía de relieve el drama de la soledad que vivía el personaje, aunque en ningún momento Fellini mostraba en pantalla la transición hacia el más allá, quedándose a este lado de la barrera (algo que sí haría el director, a su manera, ocho años después con Giulietta de los espíritus).
La escena que pone en marcha todo el conflicto de Abracadabra recoge un momento similar, en el que la sala romana de espectáculos populares se sustituye por un salón de bodas a las afueras de Madrid. Aunque en las variaciones respecto al número que aparecía en Las noches de Cabiria es donde Pablo Berger fundamenta la construcción de su tercer largometraje. Porque: a) la persona que sube al escenario es el marido y la fuente de las desdichas de la protagonista (la pareja Antonio de la Torre y Maribel Verdú); b) el espíritu que aparece complica las cosas en demasía; y c) lo principal y definitorio, el salto hacia el otro lado, termina reflejándose en imágenes e, incluso, difuminando los límites entre planos de realidad, entre el ahora y el antes.
Es imposible no aplaudir el arrojo del director de Torremolinos 73 y Blancanieves a la hora de transitar caminos inexplorados hasta ahora por el cine nacional. Y partiendo, además, de un españolismo cultural y sociológico que cualquiera puede reconocer. Porque Berger procede aquí a mezclar la fantasía y la realidad como han sabido preparar a menudo los británicos, y a mantener la actitud de sincera cercanía a las clases populares que demostraban los italianos… mientras se baila como los gorilas, uh uh uh, y los pajaritos, chu chu chu chu.
Abracadabra es una comedia pensada al milímetro en todas y cada una de las vertientes elegidas (la costumbrista, la fantástica, la negra y la dramática), al mismo tiempo que se lanza sin red de seguridad hacia el espacio buscado por los cineastas libres. Aparte de realizador, Berger ejerce de hipnotista con los espectadores, transportándolos a un mundo donde confluyen la época actual y los primeros años ochenta (el juego de vestuarios o la aparición de un viejo autobús urbano, como si tal cosa, en pleno año 2017). Dicen que el éxito o no de una experiencia mentalista depende de la relación entre quien hipnotiza y el sujeto. ¿Lo importante es que el hipnotista conduzca adecuadamente el camino hacia las sugestiones, o depende del otro, que debe dejarse llevar sin oponer resistencia? En lo que respecta a la sesión de Berger, el participante que ahora teclea estas líneas sintió que el director no conseguía establecer los tonos pretendidos en un número importante de secuencias. O tal vez es que este mismo espectador no supo abrir las puertas de la percepción.
ABRACADABRA
Dirección: Pablo Berger
Intérpretes: Maribel Verdú, Antonio de la Torre, José Mota, Quim Gutierrez, Josep Maria Pou, Saturnino García.
Género: comedia, fantástico. España, 2017
Duración: 97 minutos