Callback

Otra vez

Entre recoger ecos y copiar había siempre un buen trecho… y luego estaba el cine de explotación, cuya alta productividad inducía al saqueo de obra ajena (¡y a menudo extranjera!). En cualquier caso, el puchero popular con ingredientes de segundo mano, e incluso tercera, hacía a veces muy buen caldo. Los tiempos han cambiado y ahora choca ver cintas que recuerden demasiado a otras, contraigan demasiadas deudas o entren a saco en el calco. Eso sucede con Callback. Otra vez la alienación, otra vez un síndrome de aislamiento agudo, otra vez el sociópata extremo, otra vez su escondrijo urbano, otra vez la sordidez, otra vez el estallido. Otra vez Nueva York y el archiconocido sueño que se torna en pesadilla. ¿Es eso un problema? Sí cuando la copia no hace brotar elemento distintivo alguno, como le sucede a esta producción española, a la que además se le nota demasiado todo lo malo. Está ahí el afán voluntarioso, asimismo el merito que suponer levantar en Estados Unidos un largometraje sin apenas financiación, pero hunden el film un amateurismo formal y unas interpretaciones que no hacen saltar la más mínima chispa, los diálogos con pinta de no haber pasado la fase del primer esbozo y una escritura que se presenta como mero listado de los temas para desarrollar.

Se perciben un par de incongruencias en la actitud de su director. La primera: Carles Torras plantea una película mejunje y, al mismo tiempo, muestra cierto desdén por el cine de género. La segunda, cercana a la impudicia: considerarse creador, tomándose a sí mismo demasiado en serio, mientras supone la amnesia del público, que deberá olvidar haber visto Taxi Driver (de acuerdo, un personaje hace una broma con Robert de Niro), Maniac, Combact Shock, Henry, retrato de un asesino, Nightcrawler… A quien conozca el anterior largo de Torras, la turbadora y más que interesante Open 24H (2011), le parecerá que nuestro vórtice temporal ha sufrido algún meneo y los títulos han cambiado de orden dentro de la filmografía del realizador catalán. Diríase que Callback, su quinto largometraje, pertenece a un inicio de carrera altamente incierto.