Fantasma digital de amor

Santiago Alonso 


Allá por 1981, el maestro Dino Risi sumó a su filmografía una extraña joya que se llamaba Fantasma de amor y protagonizaban Romy Schneider y Marcello Mastroianni, un relato romántico de misterio bajo una atmósfera de resonancias sobrenaturales, que transcurría en Pavía, entre nieblas y acuosidades. Contaba la búsqueda que emprendía un hombre, ya en el otoño de la vida, de un antiguo amor que, quién sabe, parecía haber adoptado después de tanto tiempo la condición de presencia procedente desde l’aldilà. Para hacer La correspondencia, Giuseppe Tornatore retoma en gran media el mismo tema, no otro que el del amor más poderoso que la muerte; y aplica la misma pátina de baja saturación y tonos grises, trasladando el escenario a Inglaterra y a la maravillosa Isla de San Giulio (Lago d’Orta, Piemonte), rebautizada en la ficción como Borgoventoso.

Los tiempos y las relaciones vienen digitales ahora, así que Tornatore opta por establecer el puente para la comunicación y los sentimientos, el ligamen que mantiene unida a una joven doctoranda de ciencia físicas (Olga Kurylenko) con su amante fallecido, un famoso astrofísico (Jeremy Irons) que la colmaba de atenciones, a través de una maraña de correos electrónicos, mensajes en el móvil y grabaciones de vídeo que él sigue enviando. La personalidad del hombre, e igualmente la del director, tiene mucho que ver con el gusto por los engranajes que encontrábamos en La mejor oferta (2013) ㅡlos autómatas, el inmenso reloj finalㅡ,  y esto sirven para reflexionar sobre lo falso, lo aparente y lo verdadero.

Tic-tac, tic-tac, tanto montaje pensado al milímetro por el obsesivo profesor, tanto vaivén de cartas y escenas ante una pantalla de ordenador, siempre idénticas las piezas, agota pronto su gracia, porque durante casi todo el metraje la historia parece estar dando vueltas sobre lo mismo, amen de desvelarse casi de inmediato que el amante lo dejó todo preparado antes de morir, aunque no se sepa cómo. La disposición de las secuencias, apenas sin misterio (o peor, con misterio que promete llegar pero no lo hace), se convierte en algo que viene a ser una condena que comparten la mujer y la platea. Tampoco acaba beneficiando al planteamiento racionalista, por el cual ha optado Tornatore, esa clase de pinceladas fantásticas que brillan a las mil maravillas en, pongamos un ejemplo, un poema como el Romance del Conde Niño, y aquí, por el contrario, provocan el sonrojo.


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LA CORRESPONDENCIA

Dirección: Giuseppe Tornatore.

Intérpretes: Olga Kurylenko, Jeremy Irons, Simon Johns, James Warren.

Género: drama. Italia, 2016.

Duración: 116 minutos.

 


 

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