Las amigas de Ágata (Les amigues de l’Àgata)

Juventud, divino tesoro

Han pasado dos años desde el rodaje de Las amigas de Ágata, proyecto de fin de carrera de cuatro universitarias de la Pompeu i Fabra de Barcelona, Laia Alabart, Alba Cros, Laura Rus y Marta Verheyen, supervisado por Isaki Lacuesta y León Siminiani. A pesar de la demora, su estreno en salas es un triunfo para las pequeñas producciones y una apuesta por ese otro cine español en el que se inserta esta cinta, impulsada por haberse alzado con el Premio Abycine Indie y el premio del público en el Festival de cine de Autor de Barcelona.

El argumento no deja de ser un cuento conocido: el paso de la adolescencia a la edad adulta. A partir de esta premisa el relato cuenta la historia de cuatro universitarias, amigas de la infancia, cuando surgen las crisis que devienen de las etapas cruciales de la vida, momento en que se separan los caminos y se deja de compartir horizonte. La realidad que refleja la película se sirve de un tono casi documental para capturar instantes de la, hasta ahora, cotidianidad de sus protagonistas a partir de una composición de planos estáticos donde prima, ante todo, la vertiente estética, línea fundamental que aborda la película. ¿Acaso no van de la mano belleza y juventud? La cámara salta de un rostro a otro de estas cuatro jóvenes, captando posiciones vitales muy distintas, a la vez que dirige la mirada a lo inevitable del relato y de la vida. La exploración de ese lugar común confluye en una suerte de empatía con el espectador que tiene la facilidad de identificarse con el escenario propuesto.

El peligro que hay detrás de un proyecto que parte de la realidad que representa, se encuentra en unificar la mirada sobre ese contexto, limitando las posibilidades de identificación y proponiendo una visión única e inequívoca. El resultado resulta ser una mirada simplista que estereotipa configurando la imagen de una juventud despreocupada, presentista, que se adapta, con demasiada facilidad, a los tiempos líquidos. Las amigas de Ágata aporta una mirada más, de todas las posibles, sobre ese periodo, tan abordado en el cine, como lo es la adolescencia, una mirada de encuadres y amaneceres, y de poca profundidad de campo, varada en un presente despojado de sueños e ilusiones.