El ateo y el cura

Santiago Alonso 


Dentro de la tristísima implosión general que sufrió el cine italiano a partir de los años ochenta, seguramente hay un territorio que ha sido fuente, por encima de los demás, de los mayores dolores en el corazón del espectador añorante de lo perdido: la comedia. Es difícil juzgar sin tener acceso a un panorama global de los estrenos nacionales en Italia, pero las señales indican que algo ha ido cambiando últimamente. Al menos se aprecia una cierta sensibilidad restablecida con la evocación de los tiempos gloriosos, cuando la commedia all’italiana se alzó hasta los techos de la excelencia. Los nuevos nombran a Scola, Monicelli, Risi o Age & Scarpelli durante las entrevistas, mientras que asoman las buenas intenciones en las obras que plantean. Lo vimos hace poco con el actor Edoardo Leo y Noi e la Giulia, su tercer largometraje como realizador. Y, más allá de los eslóganes publicitarios que acompaña al cartel, optimistas en exceso respecto al «gran momento» que vive el género al itálico modo, se comprueba que sucede lo mismo con Si Dios quiere, una sátira con tema perfectamente contemporáneo, pues trata asuntos que los ciudadanos pueden comentar ahora en su vida cotidiana, y no pocos ademanes de épocas cinematográficas mejores.

Tarde o temprano debía llegar las salas el franciscanismo vaticano de hoy día, una corriente que impulsa un papa que propone a los católicos posturas menos chirriantes y más cercanas a la realidad el siglo XXI. Tanta apertura y progresía, denominémoslo de alguna manera, no ha llamado solo la atención a los practicantes, sino también a los poco amigos de la Iglesia. Sobre dicho fenómeno se levanta la comedia y el debate: un reputado y despótico cardiólogo (Marco Giallini) ve directamente un ataque a su figura de perfecto racionalista y ateo que su hijo adolescente comunique a la familia el repentino deseo de ordenarse sacerdote. El responsable es un cura enrollado de barrio (Alessandro Gassman) que sabe conectar con la juventud, a la cual se acerca con naturalidad y maneras de monologuista zumbón. El padre sospecha que el religioso no es trigo limpio y se propone intervenir recolocando todo en su sitio. Los conflictos están servidos.

Comedia de corte moral, la ópera prima tras la cámara del guionista Edoardo Falcone pretende mostrar hasta el final una equidistancia entre dos planteamientos, aunque lo cierto es que la balanza en la confrontación de ideas se inclina sibilinamente hacia un lado, como certifican unos momentos finales que bien podrían pertenecer a cualquier filmado catequista. Aparte de dicha trampa, puro soplo propagandístico, y del poco rigor al representar el desencanto y el aburguesamiento de quienes vivieron gli anni della contestazione ㅡel personaje de la madre (Laura Morante) supone el punto más débil del conjuntoㅡ, cabe decir que el filme está bien escrito, no rehúye el drama y reúne momentos que reclaman el espíritu propio de otros tiempos: todo gracias a episodios como el montaje de una falsa familia arrabalera y a la labor de un fantástico Giallini, intérprete que se ha convertido en habitual dentro de los repartos en estas tentativas por el reverdecimiento de las gloriosas comicidades de antaño.


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SI DIOS QUIERE

Dirección: Edoardo Falcone.

Intérpretes: Marco Giallini, Alessandro Gassman, Laura Morante.

Género: comedia. Italia, 2015.

Duración: 87 minutos.

 


 

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