Camino al paraíso


Así también vosotros, por fuera parecéis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad.

Mateo, 23:28

Con esta frase un cura sermonea a sus oyentes en una misa en contra de un mal imperdonable: la hipocresía. En las películas de la primera edad del cine las temáticas eran muy conceptuales. Se enfocaban en sentimientos, sensaciones o conceptos morales, y estaban, obviamente, muy influenciadas por los valores sociales y religiosos imperantes. Hypocrites (1915) es una buena muestra de ello, aunque ni su mensaje ni su imagen son tan puritanos como se podría esperar, lleno sin duda de prejuicios, de la primera mujer estadounidense en dirigir un largometraje.

Lois Weber fue una de las pioneras del cine, pero no confundamos: esta no es un repropuesta que intente reivindicar el papel de la mujer en los primeros años del cine, sino que busca recuperar una de aquellas películas que se perdieron para siempre en el olvido por no llevar un nombre masculino en su dirección (última crítica al sistema heteropatriarcal, lo prometo). Weber, como discípula de Alice Guy Blaché, supo aunar en una cinta de cerca de una hora naturalidad y vanguardia con escenas llenas de un brillante simbolismo, como la mujer que no logra subir la montaña de la Verdad y pide ayuda con ambas manos levantadas en un plano a contraluz. La fuerza que combina la imagen con el significado, en un momento tan bello, recuerda a los mejores momentos de Blaché y su delicada sensibilidad en Falling Leaves (1912). 

Hypocrites tiene una puesta en escena arriesgada, e incluso compleja para el época en que fue rodada. Weber juega con las transparencias, con escenas superpuestas, sobreimpresiones. No son caprichosas, sino que las dos capas corresponden a dos mundos paralelos distintos: la dimensión espiritual de la verdad y la dimensión de la realidad física. En la historia, un cura rural logra alejarse de la hipocresía social y alcanzar la única Verdad, para después intentar predicarla entre las gentes del pueblo. Esa Verdad no es una palabra, ni un discurso, sino una mujer desnuda que con su pequeño espejo ve la realidad de los deseos humanos, los inmorales anhelos de una sociedad podrida. Una de las escenas más elocuentes en relación con el mensaje que Hypocrates guarda es en la que el cura enseña por primera vez la Verdad al pueblo. Es una figura de una mujer desnuda, y todos quedan escandalizados, corren a taparla y cargan contra el religioso. La gente se sorprende, se escandaliza, por la desnudez de la verdad. No es fácil afrontarla, y el camino de la rectitud es complicado. Pero no es una defensa a ultranza de la verdad que portan los ámbitos eclesiásticos, ni mucho menos, pues muchos de los personajes que representan las altas esferas de la Iglesia también están tan ciegos ante la verdad y la naturaleza como el campesino más humilde e ignorante.

En definitiva, Lois Weber firmó una ópera prima que bien podría ser recordada como unas de las pequeñas grandes piezas del cine. De esas que se podría haber dicho que innovaron en cuanto a formatos, recursos cinematográficos o metáforas visuales. Pero supongo que todas estas películas, como las de Blaché, siguen condenadas al olvido de una historia del cine escrita, exclusivamente, por una mano masculina. 


hypocrites1, de hipertextual.com


hypocrites portadaHYPOCRITES

Dirección: Lois Weber.

Guión: Lois Weber.

Interpretación: Courtenay Foote, Myrtle Stedman, Herbert Standing, Adele Farrington.

Género: Drama. Estados Unidos, 1915.

Duración: 49 minutos.


Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.