Corazón gigante (Fúsi)
Ganar la batalla de la delicadeza Según el portal de Cineuropa la industria cinematográfica islandesa aporta unas seis películas de media al año. En lo que llevamos de siglo, ningún […]
Estrenos, críticas, comentarios de cine y algunas notas sobre las visiones
Ganar la batalla de la delicadeza Según el portal de Cineuropa la industria cinematográfica islandesa aporta unas seis películas de media al año. En lo que llevamos de siglo, ningún […]
Según el portal de Cineuropa la industria cinematográfica islandesa aporta unas seis películas de media al año. En lo que llevamos de siglo, ningún año se han superado los diez largometrajes. Se trata, pues, de una industria pequeña acorde a una población que no sobrepasa los 350.000 habitantes. Ante estas cifras resulta aún más extraordinario que en 2015, tres de las cinco producciones que se llevaron adelante en este país estén triunfando internacionalmente. Sparrows, de Rúnar Rúnarsson, obtuvo la Concha de Oro en el pasado Festival de San Sebastián. Rams (El valle de los carneros), de Grímur Hákonarson, fue elegida mejor filme de la sección Una cierta mirada del certamen de Cannes, además de alzarse con la Espiga de Oro de la Semana Internacional de Cine de Cine de Valladolid. Y Corazón Gigante ha cosechado premios en los festivales de Tribeca y de El Cairo, y en Valladolid, Gunnar Jónsson obtuvo el premio al mejor actor de la SEMINCI. No obstante, aún mejor noticia que su éxito internacional es que las tres obras se podrán ver en las salas de nuestro país.
Corazón Gigante viene apadrinada por la producción de Baltasar Kormákur, el más internacional de los cineastas islandeses, y narra la historia de Fúsi, un niño-hombre en la cuarentena que aún vive con su madre. Su mayor entretenimiento son las maquetas de batallas de la Segunda Guerra Mundial, un pasatiempo al que se opone el novio de su madre, quien le exhorta a afrontar conflictos en la vida real. Ciertamente, Fúsi vive una rutina sin enfrentamientos, en la confortable seguridad de su aislamiento y soledad. Sin embargo, su vida se verá alterada cuando deje entrar en ella a dos nuevas personas que ensancharán su universo: su vecina, una niña de ocho años y, sobre todo, Sjöfn, una chica solitaria que le impulsará hacia una mayor independencia. Con gran destreza se combinan la comedia y el drama en esta fábula sobre la intolerancia, la soledad, el peso de las apariencias, el rechazo y el crecimiento personal.
Gunnar Jónsson encarna a un inocente y abnegado individuo, muy alejado del prototipo de hombre de las comedias románticas. Ilmur Kristjánsdóttir, por su parte, interpreta a Sjöfn en una actuación verdaderamente encomiable, ya que si de algo adolece el relato es de una insuficiente explicación del comportamiento de su personaje, lo que provoca cierto desequilibrio entre el profundo estudio de la personalidad de Fúsi y es leve esbozo de la de Sjöfn. Jónsson es, desde la primera imagen, el protagonista absoluto de la película, aparece en casi cada plano y su presencia en pantalla es tan imponente que nunca tienes suficiente. Su interpretación transmite una insólita gama de emociones con una economía expresiva asentada en la sutileza y la honestidad. Si bien no dispone de muchos diálogos, administra a la perfección sus silencios y es en los pequeños gestos, en los detalles de su mirada esquiva, en los que la cámara puede prácticamente leer sus pensamientos. Jónsson posee una larga trayectoria en pequeños papeles de comedia pero la gran virtud del director ha sido vislumbrar su talento dramático hasta el punto de escribir este guión expresamente para él.
El cineasta y guionista, Dagur Kári, ha vuelto a rodar en Islandia tras su incursión en la producción estadounidense con su anterior obra, The Good Heart (Un buen corazón). Quienes sigan su trayectoria cinematográfica podrán encontrar similitudes entre esta, su cuarta película, y sus dos primeros largometrajes, Noi Albinoi (2003) y Dark Horse (2005), en cuanto al interés del realizador por los personajes marginados y un tanto desconectados el mundo en su lucha por encajar en la sociedad. Corazón gigante tiene una elegancia formal y un ritmo pausado que permiten que los personajes llenen de verdad cada imagen. Kári explota el recurso de los primeros planos, obligando a los espectadores a escudriñar el rostro de Fúsi. Y es ahí donde surge la magia de Jónsson para obrar el sortilegio que conseguirá conectarnos con él inmediatamente en un extraordinario ejercicio de empatía. La mezcla de comedia y tristeza de su interpretación sostiene una narración que desafía las expectativas del tópico «chico conoce a chica» y tiene como gran baza su rechazo al sentimentalismo en favor de un desenlace que sugiere que la batalla de la madurez se debe librar desde y para nosotros mismos.
CORAZÓN GIGANTE
Dirección: Dagur Kári
Guión: Dagur Kári
Género: Drama, romance. Islandia, 2015
Duración: 94 minutos