El hombre perfecto (Un homme idéal)
El disfraz burgués de la ambición En la película una y otra vez se hace referencia a Martin Eden, la obra del novelista americano Jack London que trata la historia […]
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El disfraz burgués de la ambición En la película una y otra vez se hace referencia a Martin Eden, la obra del novelista americano Jack London que trata la historia […]
En la película una y otra vez se hace referencia a Martin Eden, la obra del novelista americano Jack London que trata la historia de un joven proletario que desea dejar atrás sus orígenes humildes con la esperanza de hacerse un hueco en la élite literaria. Lo que impulsa a Eden es su amor hacia Ruth Morse, una joven de familia burguesa, cuya riqueza y refinamiento necesita igualar para que su unión sea posible. Con estos elementos Yann Gozlan construye una obra de género sobre la base de la estilización y el sofocante suspense. Gozlan, tras rodar su primer largometraje, Caged (2010), un absorbente filme de terror sobre una banda dedicada al secuestro y al tráfico de órganos, afronta ahora este thriller psicológico de corte clásico que sumerge al espectador en la piel del protagonista. Ambos trabajos son sendos ejercicios de estilo en los que los personajes se enfrentan a un confinamiento físico y mental.
El hombre perfecto cuenta la historia de Mathieu, un joven que desea convertirse en escritor pero que, mientras las editoriales siguen rechazando sus novelas, trabaja en la empresa de mudanzas de su tío. Un día, inesperadamente, encuentra la forma de tomar un atajo para alcanzar todo aquello que desea, y entre sus deseos está incluida una inteligente joven de la alta burguesía. De modo que se verá atrapado en una espiral de mentiras, cuya creciente tensión le obligará a tomar medidas desesperadas.
El peso de la película recae en su protagonista, Pierre Niney, último galardonado con el premio Cesar a mejor actor francés por su papel en Yves Saint Laurent (2014), de Jalil Lespert. Niney, con su aspecto inocente y su impresionante expresividad, lleva a cabo una destacada interpretación que provoca una deliciosa y, a la vez , perversa atracción hacia su personaje. Atracción que aumenta gracias a una puesta en escena muy cercana a su punto de vista que convierte a los espectadores en cómplices de su desasosiego e, incluso, de su paranoia. Sin embargo, los personajes de su enamorada, Alice (Ana Girardot), y de sus dos adversarios, Vincent y Stan (Marc Barbé y Thibault Vinçon), adolecen de una apática ambigüedad que no ayuda a la coherencia interna de la trama. De hecho, este desdoblamiento del foco del peligro resta fuerza a ambos antagonistas y se convierte en uno de los mayores desatinos del guión, al que también se le podría achacar el abuso de las vueltas de tuerca que, en algunos casos, resultan poco verosímiles y bastante delirantes. Recursos que complican cada vez más la situación del protagonista, intensificando de tal modo la tensión que lastra el desarrollo del clímax, abocándolo a un desenlace excesivamente simplista e indulgente.
En el otro extremo, cabe destacar la fotografía de Antoine Roch que ofrece un luminoso contraste a la densa atmósfera narrativa, a través de amplios planos del paisaje y estáticos y simétricos encuadres que reafirman la magnificencia del ambiente de lujo en el que se desarrolla el segundo acto. Un ambiente social donde Mathieu se encuentra fuera de lugar, en el que trata de integrarse y mimetizarse (a través de su vestimenta, fundamentalmente) pero del que acaba apartado como si lo observase todo desde detrás de un cristal, motivo este, el de las superficies reflectantes, que se repite en varias ocasiones como símbolo de la desconexión del personaje. Estas escenas junto al brillante arranque son lo más notable de una narración que ya hemos visto demasiadas veces para no encontrarla predecible.
EL HOMBRE PERFECTO
Dirección: Yann Gozlan
Guión: Yann Gozlan y Guillaume Lemans
Género: Thriller. Francia, 2015
Duración: 104 minutos