La odisea de Ígor Strausman


Mary Shelley fue toda una rareza en su tiempo. No por ser mujer y tener el lujo de poder escribir (para Virginia Woolf, hacía falta una habitación propia, cosa difícil de obtener), sino por el carácter de su obra. Frankenstein se considera hoy día una de las obras cumbres del terror gótico del siglo XIX, por no hablar de lo icónico de su personaje principal. No es necesario, pues, recordar la historia de aquel científico visionario que, juntando diferentes piezas humanas, logró dar vida a un cuerpo inerte de más de dos metros de altura. Y pasados más de 200 años, recordamos a Frankenstein, el monstruo. Pocos, en cambio, recordamos a Frankenstein, el creador. 

En esta línea intenta moverse no sin dificultad Víctor Frankenstein, una libre adaptación de la novela de Shelley en la que predomina la fascinación por el científico antes que por la criatura. Y aún más predomina, pese al evidente protagonismo que tiene en el título del film, su compañero Ígor Strausman (Daniel Radcliffe). Es este con toda seguridad una de las figuras más tristemente tratadas a lo largo de la cultura popular, siendo considerado un ignorante jorobado obnubilado por los conocimientos del amo. Sin embargo, casi como una reivindicación, el guionista Max Landis ha querido dotarle en esta historia de una entidad propia de la que carecía en otras adaptaciones, elevándolo incluso a la categoría de co-creador de Frankenstein. De hecho, es con sus palabras con las que viajamos a través de las memorias del pasado. Es su relato el que nos llega tantos años después. Por no hablar de que son sus asuntos personales (la vida en el circo, el amor por una trapecista y sus avances intelectuales) lo que mueve la maquinaria del filme y hace avanzar la historia ante la poca visibilidad que se le otorga a la creación del monstruo. 

Dirigida por Paul McGuigan, que viene de películas como El caso Slevin (2006) o Push (2009) y de ser el artífice de alguno de los mejores capítulos de la serie Sherlock, la película es un encuentro cruzado de las historias de dos científicos que, sin pena ni gloria, lucha por buscar la originalidad en sus formas. Por ello recurre a los símbolos matemáticos escritos sobre la pantalla (un tic muy sherlockiano de McGuigan para crear la ilusión de ver lo que se cuece en las cabezas de los inventores) o a recursos más estéticos, aunque poco justificados, como el plano cenital que se eleva sobre el beso de Ígor y su amada, mostrando un vestido largo y perfectamente colocado para resaltar su belleza y color. En definitiva, y pese a que cuenta con una narrativa amena, Víctor Frankenstein no deja de ser una de aquellas películas que pronto pasarán a formar parte de una amalgama de títulos que en rara ocasión volveremos a revisitar. 


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Victor Frankenstein_Poster Final

 

VICTOR FRANKENSTEIN

Director: Paul McGuigan.

Guion: Max Landis (novela de Mary Shelley).

Reparto: James MacAvoy, Daniel Radcliffe, Jessica Brown Findley.

Género: terror, ciencia ficción, Estados Unidos.

Duración: 109 min.

 


 

 

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