Hay grandes personas que definen las épocas en las cuales viven. Sus vidas requieren relatos al detalle, esclarecimientos que revelen claves y expliquen por qué razón hicieron avanzar la civilización. Un ejemplo es el exhaustivo documental que ha preparado Alberto Caviglia en torno a la figura del desaparecido Leonardo Zuliani, el célebre trasteverino y genio del cómic y la literatura que luchó por los derechos civiles de los italianos. Ya saben, el líder espiritual de la lucha contra el anti-antisemitismo, uno de los promotores fundamentales de dicho movimiento social nacido en Italia, un país donde se había eliminado escandalosamente el odio hacia el pueblo judío…

¿Anti-antisemitismo? ¿El rechazo a los hebreos es cosa del pasado y es necesario reavivarlo? El Festival ha seguido el juego a Caviglia y ha colado en la sección de documentales Pecore in erba, que no es otra cosa que uno falso, un mockumentary en clave de sátira acerca de asuntos desgraciadamente seculares – el antisemitismo y el racismo en general –, cuya vigencia requiere renovadas sensibilizaciones, como bien pueda ser ésta, desde el humor que critica a la sociedad y desde las maniobras de la invención. Siguiendo el modelo de la formidable Zelig (1983) de Woody Allen, entre chuflas y críticas inteligentes se cuenta el recorrido personal de este personaje mediante fotografías, entrevistas, recortes de periódicos, imágenes de archivo, películas basadas en su vida y telediarios. La sátira en Italia ha constituido siempre un género bastante vivo, presente actualmente sobre todo en espectáculos teatrales, publicaciones e incluso, con las polémicas habituales que genera, en la televisión. Buena señal, pues, que también se dé en el cine, y además tan bien llevada como sucede aquí.

Una imágen de 'Pecore in erba'
Una imagen de ‘Pecore in erba’

Pecore in erba provoca risas, lo mismo que Noi e la Giulia. Aunque de nuevo el tema posea maldita la gracia y plantee la base de su argumento sobre uno de los males enquistados, hasta profundidades que los españoles ni sospechamos, dentro de la sociedad y el estado de nuestros vecinos trasalpinos. El crimen organizado, claro, en este caso la Camorra napolitana. Por azar, cuatro perdedores de la vida y una chavala embarazada y sola se juntan en un proyecto, la apertura de una casa rural lejos del mundanal ruido, y en una lucha, por la dignidad y contra las mafias que extorsionan pidiendo el pizzo a los propietarios de una actividad económica. Las situaciones se van torciendo cada vez más y lo que fuera supervivencia de estos personajes por insatisfacción vital, se convierte en supervivencia para evitar la muerte a manos de los mafiosos.

La comedia hecha en Italia es el género que menos ha remontado el vuelo en las últimas décadas. Pesará siempre el recuerdo de la extraordinaria commedia all’italiana. Quizás resulte algo injusto seguir fijando dicho techo de excelencia, pero también es cierto que, entre otras cuestiones, la fórmula que conjuga italianidad con universalidad poco vuelven a hacerla funcionar los autores cómicos actuales. Aunque habría que estar atentos – complicado cuando la distribución es la que es – y no perder de vista los movimientos que se producen fuera de las peores fórmulas que allí imperan, el terrible cinepanettone a la cabeza. El romano Edoardo Leo porta, sin duda, una intencionalidad y unas maneras diferentes. Actor, director y guionista, este admirador confeso de Ettore Scola demuestra con su tercera película que los caminos se pueden reverdecer, tanto por tratar sin miedo argumentos dolorosos y reales (la omnipresencia de los camorristas), como por elaborar la comicidad en torno al problema y con frescura. Leo es una figura a la que hay que seguir y Noi e la Giulia una comedia cuya forma funciona, que cuenta además con un buen trabajo colectivo de sus intérpretes.

Y si hay una intérprete femenina que con los años se ha convertido en una de las grandes, esa es Margherita Buy. Película a película amplía su talla y el trabajo que hace en Mia Madre merece recordarse. Se recordará. La cinta tendrá por fortuna un recorrido comercial y habrá tiempo más delante de detenerse en ella, ya que no sólo sus logros lo exigen, sino que el último film de Nanni Moretti está concebido como una pieza que invita a recorrer detenidamente sus detalles, a explorar más de una vez los mecanismos que la definen como melodrama. No sería arriesgado asegurar que resulta la obra más depurada y honda de su autor. Crónica de una muerte anunciada y análisis de la crisis que provoca en la protagonista, una directora de cine inmersa en una vida caótica, Mia madre contiene pese a la congoja dos o tres momentos de humorismo a cuenta del actor interpretado por John Turturro. No desentonan, al contrario: constituyen un particular contrapunto a la angustia y lo inevitable de la realidad.


Margherita Buy y Nanni Moretti en 'Mia madre'
Margherita Buy y Nanni Moretti en ‘Mia madre’

Web del FESTIVAL DE CINE ITALIANO DE MADRID


 

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