Día 2| Viva el formato efímero
La segunda jornada del Festival de Cine Italiano de Madrid ya ha incluido en sus proyecciones los primeros largometrajes a concurso, el Premio del Público al mejor de ellos, de esta […]
Estrenos, críticas, comentarios de cine y algunas notas sobre las visiones
La segunda jornada del Festival de Cine Italiano de Madrid ya ha incluido en sus proyecciones los primeros largometrajes a concurso, el Premio del Público al mejor de ellos, de esta […]
La segunda jornada del Festival de Cine Italiano de Madrid ya ha incluido en sus proyecciones los primeros largometrajes a concurso, el Premio del Público al mejor de ellos, de esta VIII edición del certamen. Manteniéndose la estructura con la que arrancaba el primer día, la cita diaria ha dado arranque con los cortometrajes, lo que, a la postre, ha sido lo mejor que se ha visto en las salas 8 y 9 de los cines Renoir Princesa, que acogen este evento. Varicella (Fulvio Risuleo, 2015) es el título de esta comedia negra de 14 minutos de duración en torno a la tan habitual e inocua enfermedad a cortas edades pero que puede llegar a ser mortal en adultos. Con una gélida fotografía que recuerda al último trabajo de Pablo Larraín, El Club (2015), la densidad del tono contrasta con la banalidad del tema, haciendo saltar carcajadas que se congelan en el ambiente gracias a la mezquindad de unos personajes que con muy buen hacer ponen en duda la supuesta comedia a la que se está asistiendo.
El segundo cortometraje del día llega en clave de animación. La Ballata dei Senzatetto (Monica Manganelli, 2015) llega a Madrid tras su amplio paso por festivales, desde el de Toronto hasta el de Cannes, pasando por el festival de cortometrajes de Los Ángeles, donde se alzó con el premio al mejor cortometraje de animación. La historia combina surrealismo y alegoría para afrontar el terremoto que asoló Emilia Romaña en 2012. Cargado de un aura de trágica ensoñación, la película se desarrolla lejos de los cánones más habituales del cine de animación, con una estética opuesta al realismo y alejada de la factura técnica de las grandes producciones, destilando ternura en sus breves 8 minutos de metraje.
El primer largometraje que pudo verse fue Viva la sposa (Ascanio Celestini, 2015), drama ya proyectado en el último Festival de Venecia, que relata el día a día de un grupo de personas perteneciente al estrato social más humilde de la Italia más actual. Producida por los belgas hermanos Dardenne, en la obra se nota la mano de estos directores en la historia y los ambientes, no tanto en la forma. Pobreza y precariedad combatidas a base de pillería y alcohol para soportar el avance de los días hacia ninguna parte. Un callejón sin salida que termina en la mesa de un bar a golpe de sambuca, situación que se traspasa a la propia confección de la película: una redundancia temática y situacional, que no lleva hasta el final sus ideas y se resiente de la indiferencia que esto provoca.
Cerró la jornada la que posiblemente sea una de las películas más esperadas del festival. A pesar de arrastrar críticas desiguales y más de un tirón de orejas tras su paso por festivales –Sevilla y Cannes, los más relevantes–, toda nueva cinta de Matteo Garrone (Gomorra, 2008; Reality, 2012) se ha ganado el derecho a ser considerada de visionado obligatorio. En El cuento de los cuentos (2015), el director italiano adapta los cuentos del napolitano Giambattista Basile, decidido a fomentar en el cine otra visión distinta a la de la fábula amable. Lo mágico de estos relatos encuentra aquí también la crudeza que hizo famosos a los hermanos Grimm, una mezcla que en este caso sale defectuosa. Al igual que en el musical Into The Woods (Rob Marshall, 2014), Garrone no termina de encontrar el punto entre estos dos mundos, y la indefinición se apodera de la narración. De innegable poderío visual, su estética permanece en la capa más superficial, sin ahondar en las ideas que plantea. Un paso en falso para un autor del que, sin embargo, se agradece su inconformismo y gusto por la experimentación, aunque preocupa su desatino. Una obra fallida en la que ni siquiera el brillante compositor Alexandre Desplat, notorio en este caso, alcanza la excelencia.
Web del FESTIVAL DE CINE ITALIANO DE MADRID