Cuestión de actitud (Xenia)

Almodóvar para adolescentes

Ahora que vivimos tiempos de ignominia, el estreno de Cuestión de actitud nos recuerda que, entre otras tantas cosas de una larga lista, la cultura griega también perfiló en Occidente las estructuras narrativas clásicas que han sido constantes a lo largo de los siglos. He aquí la idea el viaje: una odisea que viven los jóvenes protagonistas; un cumulo de peripecias que van surgiendo en el camino, siempre repleto de obstáculos y pruebas, hacia la realización de un anhelo que será lección de vida y fortalecimiento. Un esquema de estirpe clásica es el que asume, pues, Panos H. Koutras para realizar la radiografía de una parte de la Grecia actual y hablar sobre la hostilidad racial dentro de un país donde, por ejemplo, los hijos de albaneses son extranjeros en su lugar de nacimiento o donde la xenofobia campa por las capas sociales que pueblan los triunfadores.

Esta búsqueda del padre que hacen los chavales Dany y Ody, a quien llaman el Innombrable —un griego de pro que les abandonó tras haber tenido una relación con una prostituta albanesa— combina tintes realistas y oníricos, liviandades y profundidades, desinhibiciones gais y esas alegrías vitales para el alma que regala la música, en concreto la canzone italiana, ya sea Patty Pravo o Raffaella Carrà. Pese a un cierto descontrol en su duración y a desconcertantes desganas concretas —véase la realización en la escena del ataque nazi—, la clave para disfrutar Cuestión de actitud dependerá seguramente del punto de vista que se adopte cuando uno se siente ante la pantalla. Si llevamos la lente de los mayores, se correrá el riesgo de achacarle debilidades y no tomarle la medida a la naturaleza de la cinta. Si volvemos, sin embargo, a meternos durante dos horas en la piel del adolescente que fuimos, la participación en el viaje se hará gozosa. Y es que Koutras prepara un melodrama al estilo Almodóvar, una comparación muy repetida por la crítica y que al parecer el griego asume, pero que está pensado para espectadores quinceañeros que afrontan la madurez sin querer despegarse totalmente de la mocedad. Como le sucede a Dany, cuyo camino hacia la edad adulta lo determinan una ruptura traumática a costa de su conejo mascota y un reconforto final de aquellos que solamente la fantasía puede regalar y, viene a decirnos Koutras, jamás habría que perder.