Retrato de la identidad inocente


Atención, mucha atención a la joven generación de directoras europeas que encabezan Mia Hansen-Love (Todo está perdonado, Primer amor), Léa Fehner (Mientras uno aguante los otros seguirán) y Céline Sciamma. Sus logros están creando entusiasmo. Y sorprende la solidez de unas trayectorias que empiezan. Sciamma hizo un notable debut con Naissance des pieuvres (2007), sorprendentemente no estrenado en España, y después ha superado de manera arrolladora el reto del segundo largometraje, la prueba del algodón que tantos realizadores temen. De las adolescentes del primero pasa al protagonismo infantil prácticamente absoluto en Tomboy (2011), una historia a la cual imprime una emoción y una ternura arrebatadoras.

El verano vislumbra su fin y la vuelta al cole se encuentra a una distancia cada vez más corta. Los niños de un vecindario apuran los días en los que pasan la jornada fuera de casa. Ríen, juegan al fútbol, van a bañarse a un lago cercano. Una familia se acaba de mudar allí y un nuevo compañero de correrías querrá unirse al grupo. Se hace llamar Mickaël y empieza a hacerle tilín a Lisa, una de las chicas.

Tomboy consigue algo de lo que carecen muchos títulos estrenados a lo largo de nuestras temporadas cinematográficas y es que da Exif_JPEG_PICTUREfelizmente la sensación de constituir un descubrimiento genuino, sin ofrecer la apariencia de las novedades esplendorosas, esas que al momento se desinflan. Porque la película se gana a pulso el mérito de ser recordada.

Poquísimas veces se ha conseguido con tanta naturalidad una zambullida igual en ciertos aspectos íntimos de la vida de la personas durante el periodo de la infancia. Porque en los retratos sobre la edad inocente también tienen cabida cuestiones tan naturales como la identidad y las emociones que no encajan en las plantillas sociales: el conflicto, en fin, de los reflejos sobre el espejo.

El reparto es un triunfo sobresaliente. Todos, chavalinas y chavalines, están soberbios pero sin la presencia como protagonista de Zoé Heran la función no sería la misma. Su luz inunda la pantalla a cada paso: entre tantos otros se pueden tomar como ejemplos los preciosos momentos entre Mickaël y su hermana (la pequeñuela Melonn Lévana).

La mano segura de la autora recoge ese oro y le sirve para completar las formas del conjunto. Bastante tienen que envidiarle realizadores más experimentados en cuanto a sencillez y precisión, en cuanto a capacidad de meter al espectador sin chirridos ni ñoñerías en el interior de una secuencia con niños. Por no hablar de tantos aciertos. Como la caracterización de la vecina Lisa (Jeanne Disson), el pulso que sostiene una atmósfera de suspense o el magnífico detalle de hacer corresponder este relato, situado al borde de la línea entre infancia y adolescencia, con los juegos postreros de un verano y las perspectivas del nuevo curso. Sciamma ha hecho una enorme pequeña película.

 


TOMBOY

Dirección: Céline Sciamma.

Intérpretes: Zoé Héran, Malonn Lévana, Jeanne Disson, Sophie Cattani, Mathieu Demy, Noah Vero.

Género: drama. Francia, 2011.

Duración: 82 minutos.


Laure y Lisa escaleras (1024x585)


 rep.

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