Cosas que hacer antes de morir (Coses a fer abans de morir)

Los amigos de Sam

Hay películas que parten de entrada con desventaja porque sus responsables se proponen retomar una premisa muy concreta que otros ya han desarrollado con brillantez, generando que el espectador, seguramente de manera injusta, no pueda evitar en algún momento las comparaciones. Es lo que sucede con Cosas que hacer antes de morir, cuyos modelos son cintas tan recordadas como Reencuentro y Los amigos de Peter: unos amigos se reúnen debido a un suceso sorpresivo o luctuoso que les afecta emocionalmente y que aprovechan para reflexionar sobre sus problemas, mirar al pasado y verificar el buen o mal estado de la amistad que comparten desde hace tiempo. A partir de ahí, a Cristina Fernández Pintado (actriz y coreógrafa que debuta en la realización y se reserva un papel en el reparto coral) y Miguel Llorens (también veterano director de fotografía), solo les queda intentar mostrar algún rasgo de singularidad que vaya más allá de situar el relato en un escenario nuevo, en este caso la ciudad de Valencia y las playas de alrededor.

Las primeras secuencias no son muy prometedoras porque se presentan con cierta torpeza dramática y un aroma de anuncio televisivo que echa para atrás, aparte de que se hace muy difícil saber la franja de edad en la que se mueven los personajes: ¿son treintañeros o pasan de largo la cuarentena?; ¿los intérpretes tienen más edad de la que se supone o es justo lo contrario? Pero pasados veinte minutos, después de las escenas de la discoteca, la narración consigue poco a poco sobreponerse a las indefiniciones (y a disimular una casi inexistente contextualización histórica, social o cultural) porque se da entrada a varias pinceladas de gamberrismo liberador y a una mayor profundización en la psicología del grupo. La idea de que uno de ellos les pidiera a los demás que, tras su muerte, se reunieran y hablaran de sus secretos ocultos termina tomando cuerpo sobre todo gracias a la compenetración que muestran los intérpretes (Sergio Caballero, Oriol Tarrasón, Mireia Pérez, Vanessa Cano, Manuel Maestro y Àngel Fígols, aparte de Fernández Pintado) durante la segunda mitad del metraje. Los personajes cobran vida efectiva en pantalla, algo que faltaba en las primeras secuencias, y los algo artificiosos flashbacks lucen al final con naturalidad. Sin todo esto, Cosas que hacer antes de morir, que no es una película de sentimientos especialmente delicada pero sí sincera, habría resultado un remedo carente de sentido y gracia.

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