Searching

Alguien acecha en internet

Antes de Searching —una película que llegó a las salas en 2018 y hace pocas semanas han rescatado varias plataformas—, ya se habían ideado, con mayor o menor complejidad formal, narrativas de tensión estructuradas exclusivamente mediante el empleo de la multiplicidad de pantallas digitales. Por ejemplo, en películas tan poco afortunadas como Open Windows (2014) o Megan is Missing (2011). Esta última hablaba, jugando al falso documental de terror, de los peligros que acechan a los usuarios más jóvenes de la red de redes, un tema que recogió con muchos mejores resultados Eliminado (2014), una divertida renovación dos punto cero del subgénero slasher. Para Searching, el debutante Aneesh Chaganty explora la misma senda temática, pero adoptando la investigación criminal como método expresivo, y el resultado es una sólida narración policiaca elaborada a partir de un maremágnum de ventanas, campos de escritura, chats, correos electrónicos, redes sociales, aplicaciones, vídeos y retrasmisiones en directo que aparecen en una misma pantalla general. Esta coincide con lo que ven los ojos del protagonista y, en última instancia, con lo que vemos los espectadores en el cine.

Las tribulaciones de un padre que busca a su hija desaparecida en circunstancias demasiado mosqueantes adquieren así un ritmo frenético que posiblemente añada más angustia a quienes pertenezcan al (cada vez más) reducido grupo de los irredentos rebeldes contra la multitarea. A su vez, los familiarizados con esta práctica contemporánea encontrarán un escenario muy natural y cercano a sus propias experiencias diarias. Lo importante es que funcionan con fluidez los mecanismos deductivos y de correlación de ideas propios del género policiaco, tanto en su vertiente de enigma como en la que no se conforma con el simple juego y también habla de la sociedad que retrata: en este caso es la global, aquejada por la enfermedad del exhibicionismo público que internet ha traído. Searching acciona tan bien sus peculiares recursos que, incluso, disimula con tino sus debilidades (si se hubieran investigado algunas cosas en el mundo real, ¿no habrían acabado antes?) y la atemperación final de los escalofríos anunciados.