El amor está en el agua (Kimi to, Nami ni Noretara)
Formas líquidas Yago Paris La estilización extrema de los cuerpos es posiblemente la clave estética más llamativa del cine de Masaaki Yuasa. El director de animación japonesa sigue los cánones […]
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Formas líquidas Yago Paris La estilización extrema de los cuerpos es posiblemente la clave estética más llamativa del cine de Masaaki Yuasa. El director de animación japonesa sigue los cánones […]
La estilización extrema de los cuerpos es posiblemente la clave estética más llamativa del cine de Masaaki Yuasa. El director de animación japonesa sigue los cánones representativos del medio, pero los deforma hasta alcanzar unos rasgos distintivos. Cuerpos especialmente alargados y delgados, una tendencia a un cierto minimalismo en las expresiones faciales, que habitualmente contrasta con explosiones de emoción donde las caras de los personajes se transforman en caricaturas que pueden alcanzar límites grotescos, y una representación de los movimientos corporales que se aleja del realismo, son los puntos cardinales de sus propuestas visuales.
El autor nipón se ha movido principalmente en el ámbito experimental, con cintas como Mind Game o Night Is Short, Walk On Girl, o series como The Tatamy Galaxy o DEVILMAN Crybaby, todas ellas propuestas tan radicales como diferentes entre sí. Al mismo tiempo, ha sabido llegar a un público más amplio con producciones más contenidas en el plano visual y adscritas a los cánones de la narración de historias, como Lu Over The Wall —una reformulación en clave adolescente de Ponyo en el acantilado— o la obra que nos ocupa, El amor está en el agua, dos propuestas hermanadas por temática y aproximación estética. En ambos casos se trata de historias sobre adolescentes —literales en el primer caso, de espíritu y actitud en el segundo—, con un tono que tiende a lo infantil, donde la música pop y el agua juegan un papel fundamental.
Este último elemento es la piedra angular de su última película, ganadora del premio a la mejor cinta de animación en los festivales de Sitges y de Shanghái. Y no parece una decisión extraña, a tenor de las claves formales descritas. Si Yuasa es un animador obsesionado con la fluidez y la deformación, el agua es un elemento que posibilita una investigación profunda sobre la representación de las formas en constante modificación. Esto ya se observaba en Lu Over The Wall, pero la idea se lleva al extremo en El amor está en el agua, donde, por motivos de la trama que no desvelaremos, el cuerpo de un personaje está hecho, literalmente, de agua. Este es el punto de partida para una profundización en la característica representación de los cuerpos humanos de este animador, que en este caso experimenta una tensa batalla entre la experimentación artística y la creación de un producto para el gran público.
Con una concisa historia de amor entre un bombero y una surfera, que aborda subtextos sobre temas como el de aprender a vivir con la pérdida y el de lograr la superación personal, el guion expone el romanticismo con la habitual toxicidad exaltada del anime, llevándolo hasta cotas que no desentonarían en un relato de terror psicológico, y desde una expresión desatada del sentimentalismo que se mueve entre lo ridículo y lo abrumador. La narración es la gran protagonista de la función, lo que provoca que la habitual fuerza animadora del cineasta japonés se vea resentida, pero nunca hasta el punto de desaparecer. Con sus habituales angulaciones extrañas, inesperadas, y una soberbia construcción del espacio en las escenas marinas, la obra de un Yuasa menor sigue siendo un filme al que merece la pena prestarle atención.
EL AMOR ESTÁ EN EL AGUA
Dirección: Masaaki Yuasa.
Reparto: Ryôta Katayose, Rina Kawaei, Honoka Matsumoto, Kentarô Itô.
Género: drama romántico. Japón, 2019.
Duración: 94 minutos.