Perros de presa (Wilkolak)
Los niños perdidos en pijama de rayas Rachel Her Ni el actor de cine mudo más elocuente de la historia pudo guardar silencio ante la ascensión al poder del partido […]
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Los niños perdidos en pijama de rayas Rachel Her Ni el actor de cine mudo más elocuente de la historia pudo guardar silencio ante la ascensión al poder del partido […]
Ni el actor de cine mudo más elocuente de la historia pudo guardar silencio ante la ascensión al poder del partido nazi. Charles Chaplin hizo en El gran dictador uno de los alegatos más potentes contra la represión y el antisemitismo nazi con el personaje paródico del dictador de Tomania. La película se estrenó solo unos meses después del inicio de la Segunda Guerra Mundial y desde entonces ha habido cientos de aproximaciones cinematográficas a la tragedia y el Holocausto, y no parece cercano el día en que las historias enmarcadas en este oscuro episodio de la historia dejen de interesar a cineastas y espectadores.
El director Adrian Panek explora en Perros de presa lo profundas que podrían llegar a ser las huellas psicológicas en un grupo de niños supervivientes de un campo de exterminio judío. Aún vestidos con el uniforme a rayas de los prisioneros, un grupo de niños es trasladado por el ejército ruso desde el campo de concentración Gross-Rosen, en Polonia, hasta una mansión, que hace de improvisado orfanato, situada en un frondoso bosque, a la espera de ser reubicados a un nuevo hogar. Pronto una nueva amenaza les confina en la gigantesca casa del bosque: una manada de feroces y hambrientos perros entrenados por las SS para atacar judíos.
Durante los primeros minutos de la película, el pasado reciente de los niños se muestra al espectador con un flashback de la última noche que pasaron en el campo. La escena de la ejecución de un grupo de prisioneros es observada desde un barracón por el inquietante personaje de Wladek, interpretado por Kamil Polnisiak. Su rostro impasible incomoda al espectador que en seguida percibe que éste no es como los demás niños. La cuestión es si la maldad ha calado irreversiblemente en él tras el contacto diario con la violencia. Ni él ni ninguno de los protagonistas infantiles, excepto Sonia Mietielica, en el papel de Hanka, tenían experiencia como actores antes de rodar la película, y aun así este grupo de niños perdidos en pijama de rayas son suficientemente convincentes para hacer entrar al espectador en su infierno de hambruna y miradas tristes, donde lamen las gotas de agua que se filtra por una pared para luchar contra la sed.
Perros de presa combina thriller, terror, drama y pinceladas de película coming-of-age. Los momentos de convivencia en la casa, en los que la líder del grupo, Hanka, intenta reeducar a los niños, son sin duda los más potentes. También son efectivos los momentos de tensión que generan los perros tratando de invadir la casa para devorar al grupo.
Es interesante la idea de Panek de situar la historia en el bosque y emplear elementos como la casa, los perros o el vestido rojo para traer a la memoria las fábulas tradicionales que nos han llegado convertidas en cuentos infantiles. Sin embargo hay algo que no encaja del todo entre las distintas partes de la película y queda la sensación de que estamos ante una colección de anécdotas que no terminan de formar un relato claro y contundente. Incluso en algún punto la película se hace repetitiva, no consigue mantener el clima de tensión y claustrofobia.
PERROS DE PRESA
Dirección: Adrian Panek.
Intérpretes: Kamil Polmisiak, Nicolas Przygoda, Sonia Mietielica.
Género: drama, terror. Polonia, Países Bajos, Alemania, 2018.
Duración: 88 minutos.